Quito, la capital de Ecuador, es una ciudad que respira historia desde su misma existencia, cuyas raíces se hunden en los albores del tiempo. Un viaje a través de los siglos revela la fascinante travesía de esta metrópoli, desde sus primeros pobladores en el año 1030 a.C. hasta su papel clave como la segunda capital del imperio Inca.

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Con la llegada de los Incas, Quito se convirtió en un epicentro crucial en la zona norte del Tahuantinsuyo. Tras la destrucción de Tomebamba, emergió como la segunda capital del imperio Inca. Sin embargo, la historia daría un giro el 6 de diciembre de 1534, cuando la ciudad fue conquistada por los españoles, marcando el comienzo de una nueva era.

El 15 de agosto de 1534, Diego de Almagro fundó la ciudad de Santiago del Quito en las planicies de Riobamba, tomando posesión de las tierras para la jurisdicción de Francisco Pizarro. Este acto, sin embargo, truncó las ambiciones de Pedro de Alvarado, quien pactó con sus compatriotas. El 28 de agosto de 1534, en el mismo sitio, ocurrió lo que algunos historiadores llaman la "fundación a distancia" de San Francisco de Quito, liderada por el Teniente de Gobernador Sebastián de Benalcázar el 6 de diciembre de 1534.

A pesar de la controversia histórica, Sebastián de Benalcázar emerge como el auténtico ejecutor e instalador de la Villa de San Francisco de Quito. Supervisando el trabajo del nuevo cabildo, aseguró el empadronamiento de los vecinos, el trazo de la ciudad y la construcción del templo provisional. La ciudad, establecida con alrededor de doscientos habitantes, rápidamente señaló límites, repartió solares y delimitó áreas comunales.

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La fundación de Quito en esta ubicación estratégica, a pesar de su topografía accidentada, revela razones más allá de lo evidente. La meseta donde se erige la ciudad ofrecía ventajas sobre los valles circundantes, propicias para el desarrollo urbano. Esta elección estratégica resuena incluso en la determinación de los pueblos originarios que la precedieron.

La ciudad colonial se cubrió de gloria durante el periodo colonial, siendo la Real Audiencia de Quito un núcleo fundamental. Templos barrocos y mudéjares, construidos por la afamada Escuela Quiteña, adornan la urbe, enriqueciendo su patrimonio cultural y religioso.

Quito resonó con los ecos de la independencia, liderada por figuras notables como Eugenio de Santa Cruz y Espejo, fundador del primer periódico quiteño, y Manuela Sáenz, la valiente mujer que se enroló en el ejército bolivariano.

En cada rincón de Quito, las piedras hablan y los monumentos susurran, contando la historia de una ciudad que ha resistido el paso del tiempo con gracia y dignidad. La capital ecuatoriana, con sus raíces profundas y su legado imperecedero, continúa siendo una joya en el tapiz histórico de América Latina.

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