Dedicación. Pedro Fuentes destinó cerca de año y medio en la restauración del auto clásico, en el que invirtió  20.000 dólares.

El viejito que prefieren las novias para llegar al altar

Imposible que pase desapercibido por su color o su diseño. Un automóvil Chevrolet Bel Air de 1954 y de color beige atrae la mirada de jóvenes y adultos.

Imposible que pase desapercibido por su color o su diseño. Un automóvil Chevrolet Bel Air de 1954 y de color beige atrae la mirada de jóvenes y adultos. A pesar de que han transcurrido 62 años desde su fabricación, parecería que al vehículo de cuatro puertas no le afectara el tiempo, incluso circula sin inconveniente a más de 80 kilómetros por hora.

Tampoco tuvo contratiempo con la revisión técnica que le realizaron el lunes último.

Así que el Bel Air de 1954 está apto para circular por Guayaquil, pero especialmente para que sea contratado para bodas, gracias a su color que combina con el tapizado de cuero.

Los esposos Álex Almeida y Geannela Garcés celebraron su matrimonio movilizándose en el clásico, el pasado 23 de julio. Y no han sido los únicos.

“En los últimos tres meses ha sido solicitado por ocho clientes”, destacó el propietario, Pedro Fuentes Monroy.

Inclusive lo rentó para una ceremonia eclesiástica de un reality de televisión y otra que fue transmitida por YouTube.

Fuentes considera que el ‘enganche’ para la demanda del clásico es el interés de las estrellas de Hollywood por este tipo de unidades en sus eventos.

Fue hace cuatro años que el comerciante adquirió el automóvil a quien fuera su segundo dueño, que por su avanzada edad no podía mantenerlo.

Fuentes nunca se imaginó tener un Bel Air de 1954, considerado una de ‘las joyas de la corona’ de General Motors, que se caracteriza por sus tres cambios y la palanca en el volante.

Embancado, piezas oxidadas, pintura en mal estado y cableado eléctrico incompleto fueron el estado en que recibió el auto, en ese entonces pintado de blanco y azul. Eso sí, el motor estaba en buenas condiciones, suficiente para pagar los 5.000 dólares que pedían.

El guayaquileño es fanático de los programas que se transmiten por la televisión pagada relacionados con la restauración de automotores clásicos.

Tras la adquisición del carro venía el reto de remodelarlo y conseguir las piezas originales. Eso no resultó fácil: debió invertir cerca de 15.000 dólares en importaciones y logró armarlo en un año y medio.

“Pensé que la restauración era cuestión de días, como ocurría en la televisión; pero la realidad fue otra”, comentó Fuentes, quien dedicó horas buscando en internet las piezas, para posteriormente comprarlas, en su mayoría en Estados Unidos.

También le adaptó un aire acondicionado, para contrarrestar las altas temperaturas que soporta la ciudad.

Aunque asegura no pecar de vanidoso, la mejor recompensa para Fuentes es que su clásico sea motivo de admiración.