Vía a la costa sigue esperando un plan de evacuación propio

Via a la costa sigue esperando un plan de evacuacion propio

Aun lado, las venas del estero Salado riegan los manglares. Al otro, el bosque protector Cerro Blanco levanta un muro infranqueable. Solo queda una escapatoria: la carretera principal. Pero ignoran cómo actuar en el supuesto de que esta colapse por un

Aun lado, las venas del estero Salado riegan los manglares. Al otro, el bosque protector Cerro Blanco levanta un muro infranqueable. Solo queda una escapatoria: la carretera principal. Pero ignoran cómo actuar en el supuesto de que esta colapse por un incendio, terremoto o inundación.

La vía a la costa es “una ratonera”, donde habitan más de 20.000 personas. Hace seis meses, EXPRESO puso de manifiesto la preocupación de muchos moradores, que desde entonces reclaman un plan de evacuación específico a las autoridades por la singular ordenación del sector. Incluso, a pesar de ser obligatorio, algunas urbanizaciones tampoco poseen el proyecto interno que sus administradores o representantes deben encargar a una empresa autorizada.

El director municipal de Gestión de Riesgos, Juan Ramírez, alega que ningún barrio cuenta con un plan propio, sino que la atención se articula conforme a los 17 protocolos generales diseñados para todo el Puerto Principal y distintos tipos de eventualidades (ver gráfico). “Tenemos dividida la ciudad en dos áreas, norte y sur, debido a los puntos donde se encuentran los recursos”, comenta.

Su explicación no parece convencer a los dirigentes vecinales. Les inquietan las escenas de pánico que pueden suscitarse en una catástrofe. Además, no les quedaría más remedio que continuar hasta Santa Elena y regresar por Manabí si no hubiera la posibilidad de acceder a la urbe. Un rodeo de unas seis horas.

“Es un tema muy importante. Deberíamos contar con un plan de contingencia. Y en cada casa tendría que haber una copia. La zona está muy poblada”, critica Guillermo Ayala, presidente de Puerto Seymour y capitán de navío en servicio pasivo.

Al igual que Ayala, Katty Rugel, su colega de Portal al Sol, descubre gracias a EXPRESO que el Cabildo asumió las competencias en esta materia hace dos años. El complejo reparto de poderes en temas como el tránsito, las obras aledañas a la carretera o las canteras, divididos entre el Cabildo y el Gobierno central, a menudo los desespera. “Deberían proporcionarnos esa información. No somos especialistas”, subraya molesta.

A su juicio, la construcción de un gasoducto de Petroecuador a un costado de la calzada impidió crear otra vía de acceso como la implantada en sentido costa-Guayaquil, que sería “fundamental” para “una correcta” evacuación.

Ramírez admite que la configuración de la vía a la costa “conlleva riesgos”. Por eso considera clave la futura construcción de la carretera al nuevo aeropuerto en Daular, que se extenderá a lo largo de unos 36 kilómetros y cuyo diseño final se hará público en breve, quizá a finales de este mismo mes.

Su importancia será tal que obligará a modificar los protocolos de emergencias actuales: “También ayudará a descongestionar el tráfico. Pero, lamentablemente, ahora solo existe la arteria principal. No podemos ir más al sur porque no hay opciones para ocupar el manglar. Aunque si acontece un terremoto, es mucho más recomendable quedarse en las áreas seguras de las urbanizaciones”.

Habrá que esperar siete años para que el proyecto sea una realidad. Porque el presidente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil, Nicolás Redondo, detalla que no estará acabado hasta principios de 2024, unos seis meses antes de que se efectúe la entrega de la terminal, prevista para mediados de julio.

Esta infraestructura conectará la Perimetral, a la altura de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, con el kilómetro 25 de la vía a la costa, uno después del peaje situado en Chongón.

Hasta entonces, los residentes tendrán que organizarse por su cuenta o promover un acercamiento con las entidades públicas. Al menos el Cabildo recoge el guante lanzado por EXPRESO y se muestra dispuesto a capacitarlos sobre evacuaciones. “Es factible”, sostiene Ramírez, quien ya ha desarrollado iniciativas similares en barrios sin asociaciones.

Sin embargo, en las sesiones también debería participar “el resto de instituciones” con competencias en el sector: el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, la Comisión de Tránsito del Ecuador y la Autoridad de Tránsito Municipal. Habrá que ver si, llegado el momento, los responsables de todas ellas son capaces de aparcar su “divorcio político” en beneficio de la ciudadanía.

La experta: “Ahora habría problemas”

Es arquitecta y trabaja para el Instituto de Planificación Urbana y Regional, perteneciente a la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica.

Teresa Pérez anunció recientemente a EXPRESO que va a realizar un estudio sobre el modelo de desarrollo de la vía a la costa. La escasez de espacios públicos o la falta de vinculación entre ambos lados de la calzada son algunos de los problemas que le inquietan.

Pero también considera muy necesaria la elaboración de un plan de evacuación. “Los vecinos tienen razón. Actualmente, la carretera principal es la única vía. Ahora habría problemas”, resalta.

Para ella, la futura carretera al nuevo aeropuerto tal vez ayude a “aliviar” la carga soportada por la vía a la costa, tanto en lo referente al tránsito como en una desgracia.

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