VergUenza

Cuando un día, a mediados de diciembre, nuestro recorrido institucional nos llevó a la Secretaría del plantel, encontramos a la titular de despacho desencajada y absolutamente desconcertada. Había regresado en ese momento de la Subsecretaría de Educación y le habían notificado que se le enviaban plantillas para que ingrese a todos los exbachilleres graduados del colegio, año por año.

Ciertamente nos pareció absurdo, pues es claro que cada año lectivo se entregan múltiples documentos al Ministerio con la información de quiénes están en tercer curso de bachillerato, de quién se gradúa, con qué puntaje, cuántos reprueban, etc. ¿Qué había pasado? ¿Qué ocurrió?

Aparentemente, algún genio de la programación o de la digitación, confundió, repartió y esparció a los estudiantes por donde le dio la gana.

Produce impotencia el que se trabaje una y más veces en lo mismo, y eso es lo que tendrán que hacer las secretarías de muchos colegios que se encuentran inmersos en el problema. Los que lo hicieron bien, los que no cometieron ningún error, tienen que trabajar otra vez más en lo mismo para enmendar la falla de algún funcionario o de su majestad el programa informático del Ministerio.

Hechos como este hacen evidente que el centralismo agobia y que la concentración de información en una sola fuente resulta absolutamente peligrosa, pues una mano torpe o negra puede confundirlo todo. Estas cosas no ocurrían cuando los colegios eran dueños de la información y podían suministrarla de inmediato al estudiante.

Da vergüenza el decirle a un alumno que en los registros oficiales aparece graduado en un colegio distinto, da lástima el pensar que errores burocráticos puedan causar tanto daño a quienes requieren con urgencia su información porque tienen que presentarla actualizada para graduarse como profesionales, para poder seguir posgrados o para tomar otra carrera.

Si había duda de que el centralismo y la concentración son malos, hechos como este lo gritan y evidencian.

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