Oposición. Vista aérea de la marcha. Maduro calculó “12 mil” personas.

Venezuela se aferra a la calle

Ya marcharon. Y el Gobierno de Nicolás Maduro, que había anunciado por enésima vez “un golpe de Estado sangriento” en proceso, sigue allí. Y el Consejo Nacional Electoral, controlado por el oficialismo, aún no da fecha para el principal reclamo oposito

Ya marcharon. Y el Gobierno de Nicolás Maduro, que había anunciado por enésima vez “un golpe de Estado sangriento” en proceso, sigue allí. Y el Consejo Nacional Electoral, controlado por el oficialismo, aún no da fecha para el principal reclamo opositor: el inicio de la recolección del 20 % de las firmas del padrón para revocar el mandato de Maduro. Y la opositora Mesa de la Unidad (MUD) todavía no puede volver efectiva la mayoría que le concedieron las urnas en la Asamblea. Por el contrario, el presidente amenaza con borrar la impunidad parlamentaria con el plumazo de un decreto.

Hay pocas evidencias para pensar que la oposición venezolana pretendía algo más que lo demostrado el jueves último, durante la gran Toma de Caracas. Como aseguraron ese día a EXPRESO sus principales líderes, “después de hoy el Gobierno no podrá seguir ignorándonos”, advertía el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Enrique Márquez, a este medio.

El golpe de imagen, en efecto, resultará difícil de digerir para un régimen acostumbrado a convivir con enemigos visibles. En los días anteriores a la marcha, Maduro justificó la militarización de Venezuela con una de sus recurrentes denuncias de desestabilización, así como la deportación de periodistas extranjeros que asistían a cubrir la protesta, la persecución a los líderes opositores que culminó en el arresto de cinco nuevos presos políticos para hacer compañía a Leopoldo López y 128 menos mediáticos. Al final, mientras gritaba desde la tarima, frente a su también multitudinaria manifestación (aunque incomparable con la opositora, que copó cuatro avenidas principales y tres secundarias), dijo que está “dispuesto a todo” para mantener el poder.

La oposición daba por terminada la jornada pacífica y pedía a todos regresar a casa, tres horas antes de lo previsto.

Pese al desconcierto, incluso en la MUD, donde el ala radical encabezada por la exasambleísta María Corina Machado ha considerado que se trató de una acción “pasiva” e infértil, la oposición ha marcado la única ruta a la que puede aferrarse para presionar a un cambio de Gobierno en las condiciones venezolanas: la calle.

Hacía tiempo que lo intentaban. Pero desde la detención de Leopoldo López, el 18 de febrero de 2014, tras una oleada de protestas que dejó 43 muertes en el camino, la oposición no había conseguido una manifestación exitosa. Y vaya que lo fue. A pesar de los obstáculos en las carreteras, los retenes militares a las afueras de la capital y la presencia de bandas chavistas armadas en las calles, la multitud opositora pudo tomarse Caracas. Y más simbólico aún: la avenida Libertador, en el municipio Sucre, otrora territorio chavista, otrora blindada e impenetrable.

Vista la oportunidad, la han abrazado. “Volveremos a la calle. Volveremos las veces que haga falta. Volveremos hasta que esto cambie”, adelantaba el secretario de la MUD, Jesús Torrealba, el día de la marcha. Y definieron el calendario: volverán este miércoles. Esta vez, a las puertas del CNE, donde antes no han podido llegar tampoco.

Marcharán de nuevo el 14 de septiembre, un día después de la fecha prevista por el CNE para dar respuesta pública sobre el revocatorio, para incrementar la presión sobre el régimen. Será una jornada de protesta de 12 horas en todas las capitales venezolanas, el mismo día en que se celebrará la Cumbre de Países No Alineados en esa nación.

Y finalmente al día siguiente de entregar el 20 % de las firmas será convocada la Toma de Venezuela, una réplica nacional de la marcha del jueves para “exigir la realización inmediata del referendo revocatorio”.

Las expectativas de forzar un referendo antes del 10 de enero para revocar el mandato a todo el Gobierno chavista, y no solo a Maduro, son difusas en una Venezuela armada, militarizada y polarizada, donde se ha desbordado el descontento popular por las condiciones de hambre, inseguridad y crisis que azotan al país.

Pero mientras la Asamblea opositora es desmontada de a poco por el Gobierno (anulando sus sesiones, cortando sus fondos, amenazando a sus representantes) y los demás poderes responden al interés del presidente, la calle no resulta para la oposición (que ha recuperado el respaldo) la mejor de las vías. Sino, de hecho, la única vía.

Maduro encarcela a 30 personas por cacerolazo

Al menos 30 personas fueron detenidas en Isla de Margarita (norte de Venezuela) por protestar golpeando sus cacerolas durante un recorrido del presidente Nicolás Maduro a la isla caribeña, informó ayer la ONG Foro Penal Venezolano (FPV).

“A esta hora hay más de 30 detenidos por Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) en Nueva Esparta. Como resultado de incidente en Villa Rosa”, dijo el director del FPV.

Las detenciones se produjeron el viernes durante un recorrido del jefe de Estado venezolano a la comunicad de Villa Rosa en el estado Nueva Esparta, tras una entrega de viviendas, cuando decenas de ciudadanos increparon a Maduro con reclamos, insultos y golpeando ollas en protesta por su presencia.

Varios vídeos del incidente difundidos por dirigentes del antichavismo muestran a opositores rodeando la caravana presidencial en la que viajaba Maduro, y a este tratando de conversar con los manifestantes.

“El pueblo te aborrece Nicolás Maduro. Ni metiendo a todos presos lo evitarás”, expresó el excandidato presidencial y actual gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles. “Ya lo habíamos dicho, Maduro no visita ninguna comunidad en años. La gente lo aborrece y anoche se lo dejaron clarito con el cacerolazo”.