Hecho. Dora Yagual lo perdió todo. La estructura de su hogar quedó sobre el lodo, a escasos metros del estero.

Tres casas del Guasmo sur naufragan en ramal del estero

El hecho, en el que se desplomaron también otras dos moradas, de igual manera, sostenidas con palos, ocurrió la noche del lunes en las riberas del estero Salado, en la cooperativa Carlos Cevallos, en el Guasmo sur de Guayaquil.

El estruendo fue a las 19:30. Las cañas sobre las que se levantaba su vivienda se desmoronaron. Vanessa Castillo, de 28 años, estaba cenando cuando su hogar empezó a inclinarse. Ella pensó en el terremoto, supuso que iba a morir.

El hecho, en el que se desplomaron también otras dos moradas, de igual manera, sostenidas con palos, ocurrió la noche del lunes en las riberas del estero Salado, en la cooperativa Carlos Cevallos, en el Guasmo sur de Guayaquil.

Castillo, madre de cuatro niños y actualmente embarazada, estaba sola al momento del incidente. Todo pasó tan rápido, recuerda. “En cuestión de segundos salí disparada por la ventana, caí sobre el fango y casi pierdo a mi bebé”.

Las intensas lluvias, el suelo inestable y el débil material con las que fueron levantadas provocaron, a decir de los técnicos, el hundimiento. Y con ello se fueron sus cocinas, televisores, útiles escolares, ropa, colchones.

Ayer, mientras damnificados como Dora Yagual y Ángel Montaño intentaban rescatar algunas de sus pertenencias, al lugar (uno de los puntos más vulnerables de Guayaquil) llegaron delegaciones de autoridades gubernamentales para ofrecer ayuda a los quince damnificados que integran estas tres familias.

Julio Rivadeneira, coordinador del Frente Social del Ejecutivo provincial, aseguró que entregarán colchones y víveres por el momento. Qué vendrá luego, es algo que aún se desconoce. Para actuar, el ente necesita primero un informe del Municipio para verificar si las familias están registradas en el censo de asentamientos irregulares de la ciudad.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social también se hizo presente. Ellos verificaron los daños en cada uno de los inmuebles.

“Yo le agradezco a Dios que mi familia haya salido ilesa. Sin embargo, suplico, espero y ruego con que una de estas personas nos ayuden con una casa”, dijo Montaño, mientras observaba las estructuras, a lo lejos, con nostalgia.

Desde ayer, las víctimas duermen en casas de vecinos y familiares. Los niños que integran los clanes no han asistido a clases a causa de la pérdida de libros, cuadernos y uniformes.