Trece relatos arman la cara de la violencia en Latinoamérica

Trece relatos arman la cara de la violencia en Latinoamerica

Una pistola semiautomática que se dispara por el reflejo de un orgasmo, asesinatos impunes, secuestros, corrupción, drogas, pobreza y una violencia colectiva que se ha vuelto sinónimo de lo que compone América Latina para la visión general.

Una pistola semiautomática que se dispara por el reflejo de un orgasmo, asesinatos impunes, secuestros, corrupción, drogas, pobreza y una violencia colectiva que se ha vuelto sinónimo de lo que compone América Latina para la visión general.

McSweeney’s, la destacada revista a cargo de Dave Eggers, parece haber apostado por esta pauta para poner los vellos de punta a cualquier anglosajón que se decida a visitar nuestro territorio y antes leer una copia de ‘Latinoamérica criminal’.

La revista, que inició publicando los trabajos rechazados de noveles autores y pasó a convertirse en la vitrina de las mejores historias norteamericanas conocidas, patentiza en su edición número 46 una versión de tintes completamente latinos, que toma como punto de enfoque el género negro o criminal.

La entrega está compuesta de trece relatos y en palabras del antólogo encargado de la selección, el autor paulista Daniel Galera, surge del deseo de componer una colección de historias que sirviese como muestra fehaciente de la narrativa latinoamericana contemporánea, una propuesta algo complicada de lograr tratándose de la inquieta literatura latina.

El primer relato, perteneciente a Santiago Roncagliolo, es una historia que sigue el clásico cuerpo de una novela negra, un detective, una víctima y la resolución del misterio para dejar a los lectores satisfechos. Tal vez lo destacable de ‘La cara’ es el matizado folclor peruano que ambienta el relato desde las primeras líneas y un intermediario humor en una historia donde figuran algunos pintorescos sospechosos.

“Recuerda, si estoy hablando es porque no vas a sobrevivir. No estoy tan loco como para dejar un testigo con vida”. Con esa línea inicia ‘Celos’, el experimento de Bernardo Carvalho. Un colérico monólogo entre un exasperado secretario de Seguridad Pública y un enmudecido recluso que conserva ‘El Infierno’ de Dante Alighieri como libro de cabecera.

La mayoría de los trabajadores brasileros, particularmente los pobres, no tienen acceso a una ambulancia. De esta imagen surge ‘El sol de los ciegos’, de Joca Reiners Terron, cuento en el que un corredor de seguros polaco termina en el papel de detective en una excursión por las favelas de Sao Paulo, luego de presenciar el hallazgo de una docena de cuerpos mutilados en una ambulancia.

Nuestro protagonista en ‘En el cuerpo oscuro de la noche’, de Andrés Ressia Colino, en cambio es un tipo poco entusiasta de los Mercedes Benz, que sin embargo termina subido en uno y presenciando un ajuste de cuentas. Todo a causa de la escasez de cigarrillos de una misteriosa y atractiva mujer.

En ‘América’, un entretenido relato de Juan Pablo Villalobos, se expone la corrupción en el sistema policial y los asesinatos que se llevan a cabo porque sí, porque hubo un arma cerca y debía ser usada.

En los relatos que conforman ‘Latinoamérica criminal’ no conseguiremos siempre señalar al victimario o a la víctima y sin duda a los autores tampoco les preocupó demasiado resolver suspensos. Seremos trasladados a diez diferentes países en escenarios poco hospitalarios, con el estilo de autores que no son experimentados en el género criminal, pero que tampoco se dejaron intimidar al momento de romper las reglas y hacer trampa.

“Lo que quieren es simplemente una sangrienta historia latinoamericana” escribe Alejandro Zambra en ‘Haciendo memoria’.

Y sin duda los misterios de esta edición no son acogedores como los que alguna vez nos compartieron Agatha Christie o Arthur Conan Doyle, pero valen la pena.