Stracqualursi
La pelota viene llovida como plomo, el nueve la domestica sobre su pie al mismo tiempo que gira. Maniobra, conduce, mide, pasa y sigue con sangre fría en lo caliente del partido. Su pausa hace que el fútbol sea rápido. Singular maestría técnica para poner el balón donde y como quiere. Puede ser contundente, pero no es de esos delanteros que agujerean la red, castiga los rincones con intención y clase como los grandes. En 2013 dejó liturgia de toque y 16 goles en Emelec. Así colocó el primer ladrillo de una relación con la hinchada que se consolidó con la nostalgia.
Mirada atenta, movimientos exactos, fluidez en el desmarque, generosidad en el pique.
Existen dos tipos de goleadores: están los que necesitan asistencia a través de una pequeña sociedad fija. Otros son los cazadores que llegan antes o junto con la pelota para mandarla a guardar. Stracqualursi en Emelec tendrá complementos (Mena-Matamoros-Guanca-Burbano) para desarrollar sus dos virtudes: ese pique largo que va aumentando revoluciones a medida que gana metros y su visión del arco. El fútbol como cualquier juego está lleno de rituales. El goleador elige la audacia. Regula, tiene filtro. Sin necesidad de dar un paso más para acomodarse y armar el cuerpo antes de sacar el remate. Pone su sello personal: el del esfuerzo y el instinto. Todo el encendido argumento de su vigor. A veces dribbling corto hacia adentro y la marca de viaje con su freno, obligándole a rendirse ante el soplo del talento, entonces sacude el tiro seco o el remate colocado.
Buen manejo de balón, cuanto más la tenga, más productivo es su juego. Su cuerda es el toco y me voy a encontrar la devolución en el claro. Cabezazo de gran realización técnica y sentido de sorpresa ofensiva. Sabe cruzarse robando aire al defensor que espera. Posee el tinte del descaro ofensivo que le permite pisar una pelota en medio del área, amagarle a la marca, dejarle al arquero los botines rotos en el piso y definir. Busca el gol y el gol lo busca a él.