Tema. Máscaras de Clinton y Trump se ofrecen por Halloween, en Miami.

El sistema electoral de los Estados Unidos

Se trataba de una opinión denigrante, aunque tenía la razón. Para quienes hemos tenido la paciencia de verlos y escucharlos

Un diario chileno opinaba que los debates entre los candidatos republicano y demócrata de los Estados Unidos se parecía mucho a los que se acostumbra en un “país bananero”. Se trataba de una opinión denigrante, aunque tenía la razón. Para quienes hemos tenido la paciencia de verlos y escucharlos por las redes de televisión, conocimos, con bastante profundidad, la vida personal de cada uno de ellos. Las armas que usaron fueron hablar sobre la afición sexual del expresidente Clinton y la indiferencia de su esposa ante los escándalos públicos. El magnate Trump inspiró un movimiento contra el abuso sexual, por la acusación que se le hacía por la forma despectiva de opinar sobre las mujeres. Trump se ha dado el lujo de denunciar un complot de los medios y presenta una y otra demanda por difamación. Advierte que las elecciones están amañadas, manipuladas por la “prensa corrupta”, y evoca algo que causa escalofríos en Estados Unidos: el fantasma de un fraude electoral.

Todos esperábamos los programas que ellos ofrecían para conducir a la, todavía, primera potencia del mundo. Ninguno habló sobre la forma de tratar el asunto de la inmigración, del sistema de la salud que propuso Obama y que quedó a medias, o del desempleo, la delincuencia y más problemas propios de ese país.

Con el descrédito en que han caído, en buena parte del mundo, las famosas encuestas, habrá que esperar la decisión del pueblo norteamericano, porque no creemos que ninguno de los tres debates haya sido mejor.

El sistema electoral. No está de más explicar al lector el sistema electoral de los Estados Unidos, que es complicado. El primer martes después del primer lunes de noviembre, cada cuatro años, se efectúan las elecciones. También puede ser antes, con el voto anticipado o el sufragio “ausente”. El colegio electoral es el que define quién gana la elección, ya que los candidatos deberán obtener el voto de por lo menos 270 electores.

Pero, ¿quiénes son esos electores? ¿Quién los elige? ¿Qué peso tiene el voto popular en este sistema? Estados Unidos cuenta con un método de elección indirecto, a través de un colegio electoral, un esquema establecido por el artículo II de la Constitución de 1878.

Bajo este sistema, los votantes no escogen directamente a los candidatos a presidente sino a los electores de su estado, quienes obtienen el poder para representarlos al elegir al futuro jefe de Estado, en función del mandato que reciben en las urnas. En total, son 538 electores quienes deciden quién va a gobernar el país. La cantidad de electores por estado surge de la suma de sus senadores (dos) y sus representantes en el Capitolio (depende de la población de cada estado).

Para ganar, una fórmula presidencial debe obtener la mitad más uno del total de los votos: 270. Con ese número, el pase a la Casa Blanca está asegurado. Si ningún candidato logra ese número, la Cámara de Representantes debe escoger al ganador entre los tres más votados.

Críticas al sistema. Esa es la principal crítica a este sistema, tildado muchas veces de poco representativo. El colegio electoral desanima a muchos ciudadanos a emitir su voto, ya que creen que su sufragio no tiene peso en el panorama general. En proporción a la población, el número de sufragantes es muy bajo.

Recordemos que George W. Bush fue derrotado por Al Gore, que obtuvo una victoria del voto popular, pero Bush logró 271 votos electorales.

Cada partido que tiene un candidato en carrera designa a su grupo de electores por Estado, en las convenciones partidarias. No pueden ser legisladores y por lo general son figuras fuertes y leales dentro del espacio político.

Pese a que son elegidos por un partido, los electores en realidad tienen libertad a la hora de emitir su voto ante el colegio electoral. Veintinueve estados y el Distrito de Columbia requieren a los electores votar como se han comprometido, aunque no hay importantes multas para quienes cambien su voto o se abstengan.

Vale la pena recordar que además de Hillary Clinton y Donald Trump, los representantes de los principales partidos, hay otros dos candidatos que ganan cada vez más fuerza en unas elecciones marcadas por el desencanto: Jill Stein (Partido Verde) y Gary Johnson (Partido Libertario).