Único. Cuando a Silva le toca dejar su hogar por partidos fuera de Manta, le cuesta, por sus dos hijas sobre todo. Juega constantemente en el patio donde están todos los juguetes y casitas de sus “pequeños amores”.

SILVA, el capitan que es domado en casa

El zaguero de Delfín recibió a EXPRESO en su casa, donde habló de fútbol y su familia.

“Delfín me dio todo: mi familia, mi casa y mi trabajo”. Si hay algo que Francisco Silva ama más que el propio fútbol, es su esposa (Gabriela Páez) y sus dos hijas (Franciana de dos años y Franciella de uno). El capitán del líder no es solamente ese aguerrido jugador que vemos en cada fecha. Cuando las cámaras se esconden y llega a su hogar, se entrega a sus tres damas y la capitanía la traslada a su casa, donde recibió a EXPRESO.

“Termino de entrenar, voy a recogerlas a la escuelita y cuando llegamos jugamos en el patio, que está lleno de muñecas y juguetes, pero sin duda disfrutamos más en la piscina”, explicó Silva.

Y es que el capitán del ‘cetáceo’ vive un momento impensable, porque él llegó al club en 2014 (en plena crisis) y pensó en regresar a su patria. Pero entre tantas malas noticias, una manabita de nacimiento lo acogió y le dio su voto de fe. “La conocí el año que llegué (2014) y cuando empezamos a salir le pregunté: ‘¿Qué quieres conmigo?, porque no tengo nada?’. Y ella me respondió: ‘Algún día vamos a tener todo’. Ella me llevaba a los entrenamientos y dio rumbo a mi vida en Ecuador”, recuerda, destacando el apoyo de su esposa en su carrera.

Además de su liderazgo en la cancha, tiene otro talento: la cocina. “Me gusta muchísimo, el plato que mejor preparo es una picaña al horno”. Su señora certificó esto y comentó que ella “no sabía cocinar, pero sus ganas me impulsaron a hacerle comida. Una vez lo sorprendí con un ‘bori bori’ (comida tradicional de Paraguay)”.

Pero si hay algo difícil para el capitán, más que frenar a cualquier delantero en racha, es dejar su “refugio”. “Lo complicado es cuando junto mi ropa, porque mis nenas ya saben que me voy y se tiran encima de mi maleta. Eso es lo que duele. Y si estoy concentrado, no duermen y tengo que hacer una videollamada para que puedan dormir”, cuenta.

Es que sus hijas son su luz. Juega con ellas, las abraza, las consiente en sus travesuras y, cómo dice su esposa, “le cuesta retarlas, a mí me toca ser la dura; y eso que cuando me pongo molesta con ellas, él se pone bravo conmigo”, relata entre risas.

En el plantel no solo le compete jugar cara o sello por definir el saque y arco. “Debo ser ejemplo y nunca dejar de entrenar. Jamás dejo de apoyar o preguntar a mis compañeros si están bien o necesitan algo”. Entre los jugadores hay un ‘banco’ de ahorros, pues “si alguien necesita algo, le damos el dinero y después repone”.

En las calles lo reconocen, le agradecen y en el mercado de Tarqui, el que visita desde hace años, “hasta me regalan comida, es algo maravilloso de esta tierra, de lo poco que tienen igual te dan”.

Al capitán del líder del torneo le sobra actitud, personalidad, ganas de comerse el mundo y humildad. Saltará mañana al Jocay con la ilusión de por fin gritar: “Somos dueños de la etapa”, pero su sueño se cumplirá con la primera estrella del club.

Silva y la posibilidad de salir a fin de año

El capitán del ‘cetáceo’ explicó que para el final de la temporada “hay planes”, pero que “siempre digo que quiero terminar bien acá (Delfín)”. Hay posibilidades “en Guayaquil, Quito, Cuenca”, pero existe una “cláusula en mi contrato para salir por una mejor oferta. Mi vínculo es por dos años más (2019)”.

Su buena relación con José Delgado (titular del club) es un buen punto para que no haya trabas en su salida. “Yo he hablado con el presidente sobre eso porque de esto vivo. Me gustaría ir a jugar donde sea que me tengan en cuenta y me necesiten”.

Sobre Delfín aclaró que “jamás me voy a quejar de acá, sobre todo por el economista (José Delgado), quien me ha ayudado muchísimo desde que llegué al club en 2014. Empecé a hablar con él y nos hicimos muy amigos”. SDP