El rumbo político por definir

El rumbo politico por definir

El caso de Compromiso Ecuador, un paraguas político extendido por CREO y su candidato indiscutible Guillermo Lasso, se encuentra en un escenario similar. El 23 de febrero pasado el colectivo acordó trabajar en el documento, con base en las sugerencias

Un aluvión de ‘qués’; una sequía de ‘cómos’. En un año preelectoral, Ecuador se ve abocado hacia la política de la incertidumbre, en la que las principales tiendas con aspiración a Carondelet siguen demorando hasta el límite legal la obligación moral de presentar sus propuestas de gobierno. Porque en muchos casos, aún ni existen.

Sucede con todos: el oficialismo, el acuerdo nacional de las izquierdas, la unidad de los gobernantes locales y Compromiso Ecuador; todos incapaces de detallar las generalidades de “empleo”, “inversión”, “social”. Legalmente no tienen por qué hacerlo antes de inscribir las candidaturas, en octubre. Pero a un año de que el presidente deba anunciar su plan desde la Asamblea Nacional, el tiempo empieza a ser un factor a tomar en cuenta.

“El momento que vive el Ecuador es muy complejo y ya no caben generalidades”, advierte el general Paco Moncayo, figura de la Izquierda Democrática y vinculado al proceso del Acuerdo Nacional que lideran, principalmente, movimientos sociales y de izquierda. “Sabemos qué está pasando y es hora de las respuestas claras, concretas”, dice a EXPRESO. Sin embargo, el Acuerdo Nacional, aunque en marcha, solo ha podido materializar una propuesta general escrita enviada a los líderes políticos para recibir observaciones puertas adentro.

El caso de Compromiso Ecuador, un paraguas político extendido por CREO y su candidato indiscutible Guillermo Lasso, se encuentra en un escenario similar. El 23 de febrero pasado el colectivo acordó trabajar en el documento, con base en las sugerencias de un amplio equipo de nombres públicos y privados, que debería llegar a manos de Lasso para su aprobación. Y aunque el presidente del movimiento, César Monge, asegura que “está básicamente definido, prácticamente afinando los detalles”, aún no existe fecha para que se vuelva público antes de la obligación legal.

Lasso, el primer apellido que confirmó su aspiración a reaparecer en la papeleta, cuenta sin embargo con la base de su plan de gobierno anterior que, aunque diseñado para un Ecuador distinto al de hoy, “mantiene ideas vigentes, más que nunca”, dice Monge, para quien existe “una idea muy clara de qué hacer desde el 24 de mayo de 2017”. Una idea que permanece al interior de las filas del partido hasta nueva orden.

Ni siquiera Alianza PAIS, movimiento cuya organización presume de ser la más consolidada del tablero, tiene aún líneas públicas. El documento en marcha, según uno de sus ideólogos, Fander Falconí, “buscará afianzar lo logrado” y resolver los “muchísimos” desafíos de la economía ecuatoriana.

El terremoto, aquí como en las demás sociedades políticas, ha obligado a retrasar la presentación de los planes que, a criterio del oficialismo, deberían romper el candado de sigilo partidista durante la convención del movimiento, prevista para julio o agosto de este año.

PAIS asegura que su documento es fruto de la discusión con “miles de ecuatorianos”. Sin embargo, como en todos los casos “necesitará de un candidato que lo lleve a cabo”, reconoce Falconí, quien concuerda con la decisión oficialista de definir el plan antes que al candidato.

Al otro lado de la orilla, en ideología y resultados, reposa La Unidad de los gobernantes locales, cuyas agendas (dicen las fuentes de la iniciativa) han impedido la fluidez del contacto y, por ende, de un acuerdo sobre planes de gobierno. Peor aún de postulantes.

Con este panorama, que el decano de Derecho y Política de la UEES Tito Quintero define como “la obsesión por los nombres” y no por las propuestas, Ecuador toma la recta final antes del cambio de gobierno. Un futuro escrito todavía con puntos suspensivos.