La búsqueda duró dos días. La profundidad del afluente impidió que fuese hallado antes.

El rio le devolvio a su hijo

Antes de Nochebuena, la madre suplicó para que aparezca su vástago.

La angustia terminó. Pero el dolor que oprimía el pecho de Mayra Alejandra Reyes se volvió más fuerte cuando reconoció el cuerpo de su primogénito en las aguas del río Babahoyo, provincia de Los Ríos.

“Es mi hijo”, gritó la mujer llevándose las manos al rostro para ocultar la tristeza que reflejaban sus lágrimas.

Mientras miles de personas disfrutaban de la Nochebuena en sus hogares, la señora dobló sus rodillas a orillas del afluente y pidió a Dios que le devolviera el cuerpo de su hijo para darle cristiana sepultura.

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No pasó mucho tiempo y sus súplicas dieron resultados. A eso de las 03:00 de este 25 de diciembre, un comunero alertó sobre la presencia de un cuerpo en el río Babahoyo. Era William Iván Campuzano Reyes, de 18 años, su ‘flaco de patitas chuecas’ a quien la tarde del lunes le dio la bendición y despidió con un beso en la frente, después de darle permiso para que fuese a la piscina con un grupo de amigos.

Por las festividades, el cadáver fue extraído cuatro horas después en un bote del Cuerpo de Bomberos y trasladado a la morgue de Babahoyo.

La mujer recordó que el lunes en la mañana acompañó a su hijo al colegio porque debía presentar unos deberes. En la tarde, el chico le rogó para que lo deje salir con sus amigos.

Ella solo le dio permiso para ir a la piscina del sector El Cafetal, pero los jóvenes fueron a bañarse a la Playita San Antonio, de la parroquia Barreiro. Estaban nadando y sorpresivamente William pidió auxilio. Al parecer, un calambre lo hizo hundir.

El joven que habitaba en el sector Cinco Esquinas, de Babahoyo, era el único hijo en común que tenía Mayra con su primer compromiso. El año entrante William iba a graduarse de bachiller y su deseo era estudiar enfermería.