Desesperación. Familiares fuera del penal  Anisio Jobim, en Manaos.

Una reyerta entre clanes rivales termina con 60 muertos en una carcel brasilena

Precedente. En octubre pasado, enfrentamientos entre distintas facciones dentro de una cárcel del estado de Roraima dejaron al menos 25 muertos.

Al menos 60 personas fallecieron en un motín en una cárcel de Manaos, en el norte de Brasil, en el más reciente episodio de una guerra entre facciones que se disputan el narcotráfico en el país.

“Los presos fueron muertos por los propios internos, en un combate de extrema violencia que duró cerca de 15 horas”, informó la Secretaría de Seguridad del estado de Amazonas, cuya capital es Manaos.

La violencia fue motivada por enfrentamientos entre dos facciones criminales dentro de la prisión, el Primer Comando de la Capital (PCC), originario de Sao Paulo, y el grupo local Familia del Norte (FDN).

“Es la mayor matanza cometida en una prisión de la Amazonía”, afirmó el secretario de Seguridad Pública de Amazonas, Sergio Fontes, quien asegura que los grupos de narcotraficantes se disputan dinero y territorio.

“Muchos fueron decapitados y todos sufrieron mucha violencia” para enviar un recado a sus enemigos, añadió, refiriéndose a una práctica recurrente de mutilación en este tipo de conflictos en Brasil.

El motín ocurrió en el penal Anisio Jobim, en una zona periférica de Manaos.

Familiares de los internos se agolparon ayer en la puerta del presidio a la espera de noticias de las autoridades, que aún no revelaron la identidad de los fallecidos.

Las autoridades lograron salvar la vida de unos 12 rehenes y patrullaban la zona en busca de decenas de presos que escaparon una hora antes de que comenzara el motín. De los 87 fugados, unos 40 ya habían sido recapturados.

“La disputa entre facciones criminales ocurre en todo Brasil, en todas las unidades penitenciarias”, subrayó Pedro Florencio, secretario de Administración Penitenciaria del estado de Amazonas. “Aquí estalló una venganza por el FDN contra miembros del PCC”.

“El problema empieza por la superpoblación carcelaria”, consideró Marcos Fuchs, director adjunto de la ONG de Derechos Humanos Conectas, que tiene un área dedicada a las cárceles brasileñas.

“Cuando colocas en una misma unidad penitenciaria (a reos de) dos facciones rivales, el Estado no tiene control alguno de lo que ocurre allí dentro y quien comanda es el crimen organizado”, afirmó Fuchs.

Según un estudio del Ministerio de Justicia, la población carcelaria era de 622.000 personas a fines de 2014 en Brasil. Para enfrentar esta superpoblación, el país debería aumentar en 50 % el número de plazas en los penales.

AFP