Remordera la conciencia

Se mutiló el año lectivo, se atropelló recargando la semana laboral de profesores y alumnos. Se violentaron costumbres familiares, rompiendo momentos de actividad filial. Se quebró la atención de actividades extracurriculares, muchas veces necesarias y beneficiosas, todo en aras de algo que nunca pasó.

El omnipotente Ministerio se salió con la suya; demostró su “rectoría”, su menosprecio por la planificación, las gentes, la familia, los niños y los jóvenes; impuso su voluntad alterando definitivamente un proceso normal del quehacer educativo.

Simplemente mandó, haciendo ver que el poder sobre todos está en sus manos y seguramente con eso, algunos de aquellos funcionarios y burócratas se solazaron al ver cómo sus decisiones se imponían, pese a la razón y las recomendaciones, cambiándolo todo.

Es claro que soluciones imprevistas o parches no permiten, por más que se lo intente, un cumplimiento cabal del proceso de enseñanza-aprendizaje, el cual requiere de ritmos especiales, de descansos pertinentes que van engarzándose para que ese proceso, que es de avance y retroceso, se vaya cumpliendo de la mejor manera posible en aras de que niños y jóvenes aprendan acorde a su edad y al nivel educativo en el que se encuentran.

¿Será que a alguien de las más altas esferas del Ministerio le remorderá la conciencia por la decisión tomada? O acaso la obnubilación que usualmente genera el uso del poder les ciega aún y les impide aceptar el error de una decisión precipitada e inconsulta.

Que la conciencia opere y que les lleve a rectificar, devolviendo en abril los días que tomaron de febrero.

Acaso adelantando el inicio del nuevo año lectivo pudiera solucionarse lo ocasionado, al mismo tiempo que se corregiría uno de los más grandes errores que cometió el Ministerio de Educación para la costa en los últimos tiempos: iniciar el año en mayo para terminarlo en febrero, y no en abril para terminarlo en enero.

Que se corrijan errores, que se marque buena rectoría.

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