Las redes de la corrupcion

Contaba un distinguido político colombiano, con alegre sentido del humor en él característico, que habiéndose rumorado su nombre como futuro ministro, un compadre le pidió que lo designe en algún cargo público. Defendiéndose del palanqueo, el potencial miembro del gabinete le respondió que solo se trataba de algo que sonaba, pero que no había nada confirmado. Por eso compadre, le replicó el peticionario, hágame nombrar antes que deje de sonar.

Sin duda, la presión por puestos burocráticos por parte de agnados y cognados, es de vieja data y esparcida magnitud. Por ello se debió de legislar para controlar el nepotismo y también para intentar superar el testaferrismo. Sin embargo, la historia universal está llena de llamativos ejemplos de su ejercicio a lo largo del tiempo. El Ecuador, lamentablemente, no ha estado libre de esos males y es posible, en razón de situaciones recientemente descubiertas, que incluso esté generando creativas innovaciones al respecto.

La conformación, por ejemplo, de redes familiares estratégicamente establecidas para lograr colocar en puestos claves a parientes sanguíneos y políticos, hace más complicada la penetración y descubrimiento de redes de corrupción que se han podido constituir con enorme poder para captar fondos públicos, sin otro mérito que una desconcertante audacia y la certeza de impunidad, precisamente garantizada por contar con allegados en las cortes de justicia.

Así, ha sido posible detectar que determinadas familias del poder pasaban de una situación económica angustiosa a una de amplio disfrute de bienes materiales, sin haberse sacado la lotería. De pronto no solo que gozaban del dudoso privilegio de mantener cuentas en el exterior sino que estas recibían constantes giros de diversas partes del mundo, en razón de contar con un tío poderoso en altos cargos del gobierno en turno que, además, había manifestado firme voluntad de prorrogarse en el ejercicio del poder, lo cual le daba seguridad a las “inversiones” realizadas en ese valioso contacto.

Por supuesto, no todos los corruptos mencionados corren con igual suerte. Algunos terminan sus peripecias en calidad de cabeza de turco o chivos expiatorios. Otros en cambio adquieren relevancia social y el prestigio de “saber hacer las cosas”.

Ojalá que la alta cirugía llegue pronto.