Desde Sangolquí. Karina Oscullo sirve uno de los platos que tiene más demanda en la feria, el hornado.

Un recorrido que se disfruta aunque no se logre culminar

El hombre se ha plantado justo en el local que oferta ‘encanutado’. Quien atiende adivina que el potencial cliente desconoce de qué se trata ese plato. “Es un cocido que se prepara dentro de un canuto de caña tierna y se cocina al carbón”, le dice. El

El hombre se ha plantado justo en el local que oferta ‘encanutado’. Quien atiende adivina que el potencial cliente desconoce de qué se trata ese plato. “Es un cocido que se prepara dentro de un canuto de caña tierna y se cocina al carbón”, le dice.

El hombre desiste, pero seguro se va con la certeza de que en ese momento tuvo un encuentro muy cercano con algo más de la gastronomía de los ecuatorianos.

El local que ofrece ese cocido y otros como pastel de cangrejo y sancocho de bocachico, es el Café del Chef (Babahoyo), es parte de uno de los 45 puestos que conforman la tercera feria Raíces.

Un evento que se desarrolla en un espacio de 10.500 metros cuadrados del Centro de Convenciones de Guayaquil. Un lugar que en estos días está impregnado de una gran cantidad de sabores.

Entre lo llamativo, además del ‘encanutado’, que es un plato riosense netamente montuvio, está el que propone Mercedes Tanguila, que llegó desde Puyo, en la amazónica provincia de Pastaza.

“Ahora solo tenemos maito y tilapia asada, que la ofrecemos con guayusa, una bebida con propiedades estimulantes”, dijo uno de los empleados de este local, que en menos de seis horas acabó con la provisión de uno de sus productos estrellas: el chontacuro asado.

“Trajimos 200, pero ya no hay”, dijo el empleado, refiriéndose a la demanda que generó este gusano.

El olor típico de algo que se asa atrae el olfato hacia otro local, el que atiende el quiteño Wilmer Morales.

El suyo es un producto que nació de la invención propia de quien recorre las esquinas de cualquier ciudad en este país: el mishqui burguer, es un pan relleno con trozos de tripa asada de un animal (vacuno).

Esa es la novedad en ese puesto, pero también tiene el plato típico: las tripas colocadas sobre un recipiente y con un pincho de por medio.

Al parecer, nada de lo que se cocina en esta ciudad y en algunas otras del país ha quedado fuera de esta tercera edición de Raíces. Muchas de estas, están ahí en busca de un premio.

Buscan ubicarse como las ganadoras de una estrella culinaria. El certamen entrega de oro, plata y bronce.

Habrá un jurado de por medio, sin embargo, las filas que se colocan a lo largo del día determinan otro premio, uno que se relaciona con los ingresos económicos de cada dueño de local. En estos primeros días hay productos que van adelante. Uno de ellos es el que ofrece Karina Oscullo Cettari, en el local 45. Ahí está la fila más larga de la feria.

Una multitud que aspira a probar el hornado con tortillas de papa de Sangolquí.

Solo en la tarde y noche del jueves vendieron tres cerdos. Hasta el mediodía de ayer, ya habían acabado con cuatro.

El hombre se ha plantado justo en el local que oferta ‘encanutado’. Quien atiende adivina que el potencial cliente desconoce de qué se trata ese plato. “Es un cocido que se prepara dentro de un canuto de caña tierna y se cocina al carbón”, le dice.

El hombre desiste, pero seguro se va con la certeza de que en ese momento tuvo un encuentro muy cercano con algo más de la gastronomía de los ecuatorianos.

El local que ofrece ese cocido y otros como pastel de cangrejo y sancocho de bocachico, es el Café del Chef (Babahoyo), es parte de uno de los 45 puestos que conforman la tercera feria Raíces.

Un evento que se desarrolla en un espacio de 10.500 metros cuadrados del Centro de Convenciones de Guayaquil. Un lugar que en estos días está impregnado de una gran cantidad de sabores.

Entre lo llamativo, además del ‘encanutado’, que es un plato riosense netamente montuvio, está el que propone Mercedes Tanguila, que llegó desde Puyo, en la amazónica provincia de Pastaza.

“Ahora solo tenemos maito y tilapia asada, que la ofrecemos con guayusa, una bebida con propiedades estimulantes”, dijo uno de los empleados de este local, que en menos de seis horas acabó con la provisión de uno de sus productos estrellas: el chontacuro asado.

“Trajimos 200, pero ya no hay”, dijo el empleado, refiriéndose a la demanda que generó este gusano.

El olor típico de algo que se asa atrae el olfato hacia otro local, el que atiende el quiteño Wilmer Morales.

El suyo es un producto que nació de la invención propia de quien recorre las esquinas de cualquier ciudad en este país: el mishqui burguer, es un pan relleno con trozos de tripa asada de un animal (vacuno).

Esa es la novedad en ese puesto, pero también tiene el plato típico: las tripas colocadas sobre un recipiente y con un pincho de por medio.

Al parecer, nada de lo que se cocina en esta ciudad y en algunas otras del país ha quedado fuera de esta tercera edición de Raíces. Muchas de estas, están ahí en busca de un premio.

Buscan ubicarse como las ganadoras de una estrella culinaria. El certamen entrega de oro, plata y bronce.

Habrá un jurado de por medio, sin embargo, las filas que se colocan a lo largo del día determinan otro premio, uno que se relaciona con los ingresos económicos de cada dueño de local. En estos primeros días hay productos que van adelante. Uno de ellos es el que ofrece Karina Oscullo Cettari, en el local 45. Ahí está la fila más larga de la feria.

Una multitud que aspira a probar el hornado con tortillas de papa de Sangolquí.

Solo en la tarde y noche del jueves vendieron tres cerdos. Hasta el mediodía de ayer, ya habían acabado con cuatro.