Reacciones coyunturales
La situación nacional clama por soluciones de fondo y no únicamente apresuradas medidas coyunturales en relación a múltiples temas que afligen a la República.
En efecto, en lo vinculado con el incremento de la indignación social ante las últimas agresiones contra mujeres, la reacción no puede ser la búsqueda de culpables a los que se utiliza como chivos expiatorios y, tratándose de los migrantes venezolanos, que se han visto involucrados en algunos de esos crímenes, tomar medidas discriminatorias contra ellos, que acentúan la tendencia a establecerlos como responsables exclusivos de la violencia de género, pues ella es muy anterior al fenómeno migratorio.
Sin duda, la antigua y nefasta práctica nada tiene que ver con la nacionalidad del agresor. Es, desgraciadamente, propia de todo el continente y con múltiples otras raíces, del pasado y del presente, alimentándola cotidianamente.
Así, desde México hasta la Patagonia, y también en otros continentes, debe ser vista como una execrable expresión de una cultura machista fomentada desde una sociedad patriarcal que alimenta las desigualdades entre ambos sexos. Esto se refleja, tanto en las agresiones como en aspectos de la vida cotidiana.
Obviamente, asumiéndolo como un tema que hace parte de las idiosincrasias nacionales y se constituye en rasgo cultural, modificarlo requiere más que únicamente disposiciones legales, sin negar el rol que estas pueden cumplir para desestimular su práctica. Por supuesto, tampoco cabe únicamente extremar las medidas policiales, propiciando la capacidad de los agentes del orden de disparar en casos flagrantes. La situación amerita la urgente presentación por parte del Gobierno de un plan de protección para la mujer, que permita la denuncia y garantice la sanción a quienes la agreden e irrespetan, y a más largo plazo, trabajar arduamente en la educación para que se dé un cambio tangible en la sociedad ecuatoriana. Existe suficiente evidencia de los lamentables resultados generados por hacer caso omiso de las preocupaciones de futuras víctimas.
En todo caso, el asunto requiere una amplia y profunda reflexión que abarca incluso las experiencias de otros países que han enfrentado con relativo éxito el complejo comportamiento que ha dejado huérfanos a demasiados niños, dado que en muchas ocasiones el agresor se suicida.