Editorial: La ley ni siquiera como referencia

Uno de los grandes problemas nacionales es la hipocresía en el mensaje público, modificado al vaivén de intereses puntuales

Es muy frecuente escuchar entusiastas proclamas sobre la necesidad de respetar la ley. Y por supuesto, ese es un elemento esencial para una vida civilizada en sociedad. Pero muchas veces esas posturas flaquean a conveniencia del que discursea. Ahí está uno de los grandes problemas nacionales: la hipocresía en el mensaje público, modificado al vaivén de intereses puntuales. Eso pulveriza la credibilidad ciudadana.

Muestra de lo anterior es la tesis que hoy se escucha asiduamente: que en las últimas elecciones el pueblo supuestamente ya aprobó que se convoque a una Asamblea Constituyente, por haber sido una propuesta de campaña del vencedor. Se pretende así ladear la clara norma constitucional según la cual ese organismo “solo” puede ser convocado por una consulta popular expresa, que no ha habido. 

Y peor es la ocurrencia de que el texto que apruebe dicha Asamblea bien pudiera entrar en vigor sin nueva votación popular, que expresamente la exige la actual Constitución. Si el Ejecutivo cree que el desarrollo del Ecuador requiere contar con toda una nueva Constitución, y que la vía apropiada es una Constituyente, pues tiene la facultad de proponerlo. Pero el país exige seriedad en los análisis y fundamentalmente respeto a la ley vigente, por fuera de ingeniosas manifestaciones.