Las promesas incumplidas

En ánimo de evidenciar ejecutividad muchos administradores públicos (algunos privados también), del presidente para abajo, toman decisiones o ejecutan actos de habla que luego les pasan factura de incumplimiento.

Devaluada y todo, la palabra presidencial sigue encerrando un inocultable matiz de esperanza, de que lo que con ella se ofrece no quede en promesa vana. Por eso es oportuno cuidarla, evitando desacreditarla. ¿Si ya no tiene crédito la palabra presidencial, a qué se puede aferrar el pueblo llano que en ocasiones ha proclamado en otras latitudes: “el pueblo tiene derecho aunque sea a que lo engañen”?

Ocurre que aunque se insista en describirla como la esencia en la toma de decisiones gubernamentales, la voluntad política, la famosa y siempre escasa voluntad política, que se expresa en los discursos oficiales, no siempre puede tener cumplida realización en la práctica, al menos cuando se quiere respetar la ley.

Así, la proclamada voluntad presidencial de realizar una cirugía mayor contra la corrupción, de la que nadie dudaba, con el paso del tiempo se estrella contra los administradores de justicia que, en distintos ámbitos de sus respectivas jurisdicciones bogan en dirección contraria a la propuesta por el primer mandatario, en razón de sus propias visiones ideológicas o porque son cómplices de los actos delincuenciales que se intenta sancionar.

Tampoco es cuestión de decidir que la Unasur ya no puede seguir utilizando el edificio que el gobierno anterior le construyó y obsequió. Peor todavía asignarle un destino que ahora está como acto fallido: utilizarlo como sede de una universidad indígena.

Por el estilo, la expresada voluntad de mantener el propósito de construir la denominada Refinería del Pacífico, entre otras razones por la de salvar una inversión de $1.500 millones de dólares en movimiento de tierras, de pronto se estrella con la condición de socio del proyecto de la estatal petrolera venezolana Pdvsa.

Cabe entonces, para no contribuir a la posibilidad de nuevos señalamientos del tenor de los expuestos, mantener un especial cuidado en las ofertas a realizar en el futuro, de modo que los sectores críticos solo puedan llevar la minuciosa contabilidad de las casas construidas o la de los nuevos empleos generados, ambos promesas mayores de la campaña.