Profecias
El 2010 no fue el año de Europa. Con la caída de Grecia, Italia y -en parte- España, los analistas solo comentaban acerca del posible desplome de la Unión Europea como potencia. Durante esos momentos de tensión, lo que más llamó mi atención no fue la postura de Merkel, sino la de Dilma Rousseff. En sus declaraciones (primeros meses de su gobierno) habló del rol de los países emergentes (Brics) en estabilizar la economía mundial. Era ahora el turno de ellos de rescatar a los históricamente poderosos. Brasil, según la nueva presidenta, asumiría su responsabilidad con el mundo. Sus palabras no las tomé a la ligera: prometían un futuro brillante para el país y para su mandato. Cinco años después, la realidad no puede ser más distante. Brasil no ha consolidado su rol como líder en la región, de hecho, se ve amenazado por la presencia de México en la Alianza del Pacífico, aparte de afrontar una severa crisis económica. Sin ser experta en las dificultades internas que debe afrontar el país, puedo afirmar que de las aspiraciones de Dilma en el 2011 solo quedan sombras. Sus predicciones no fallaron solamente a nivel nacional; su gestión tampoco atraviesa su mejor momento. Es normal que disminuya la popularidad de un mandante, lo que no es habitual es que la oposición lleve a juicio político a su presidente. Se discute si es constitucional o no: aunque el proceso de destitución presidencial existe en la legislación brasileña, debe ser utilizada solo como un recurso penal y no por un motivo político. Esto significa que el grupo opositor no está utilizando la herramienta de forma correcta, pero de ahí a afirmar que es un golpe de Estado, como Lula defiende, existe una distancia considerable. Y el expresidente tampoco está pasando por un buen momento. A pesar de que parece tener el don de la clarividencia. En 1988 dijo: “En Brasil es así: cuando un pobre roba, va a la cárcel; pero cuando un rico roba, lo hacen ministro”.
Estaremos atentos a la decisión judicial. Esa es la que definirá si Brasil en este aspecto ha cambiado o si (al menos ) uno de sus presidentes acertó en sus profecías.
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