El verdadero problema fiscal

Dos prestigiosos economistas, Augusto de la Torre y Heinz Rudolph, realizaron una investigación sobre la situación de los sistemas de pensiones de Latinoamérica, generando conclusiones que para el caso ecuatoriano representan lo que podría calificarse como el más grande problema fiscal y social a enfrentar.

El estudio hace un análisis comparativo de los sistemas de reparto, aquellos donde los trabajadores activos financian el retiro de los jubilados (el sistema ecuatoriano fundamentalmente), y por otra parte, de los sistemas de capitalización, donde cada cotizante tiene una cuenta individual que se alimenta a partir de sus propias aportaciones. Chile es el país emblemático de este sistema.

Los sistemas de reparto tienen complicaciones terribles en todos los países debido al envejecimiento de la población, las promesas de los políticos para cubrir compromisos sin el financiamiento adecuado (cuándo no), la metida de mano de los gobiernos a la liquidez, y la falta de decisión política para realizar cambios indispensables para hacer sustentable el modelo. En otras palabras, patear la pelota para adelante.

Los sistemas de capitalización no están exentos de dificultades, pues no están permitiendo pensiones adecuadas, y salvo en el caso chileno, la ausencia de un mercado de rentas vitalicias está provocando que al término de las aportaciones (jubilación), una gran parte de los aportantes retire la totalidad de sus ahorros.

En resumen, en algunos países, principalmente con sistemas de reparto, el valor presente de los pasivos actuariales es mayor que el PIB, y también mayor que la deuda pública. Así que si en el país teníamos una molestia porque la deuda pública estaba rebasando el 40 % del PIB, abróchense los cinturones, que la deuda previsional es monumental. Por algo habrá sido que algún pillín prohibió que se publiquen las cifras actuariales del IESS.

Llegó el momento de la verdad en este tema, siendo indispensable que el Gobierno presente las cifras reales y aliste los cambios necesarios, o en unos años nadie verá un solo centavo de sus aportaciones; así de simple.