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Los politicos y la vaca

Vivimos tiempos de realismo trágico y todo puede pasar. Más cuando los ciudadanos se vuelven espectadores pasivos, solo activos cuando eligen y “dan el voto” al representante. Luego viven la impolítica. Ante esto, los elegidos no los representan ni dan cuenta de su accionar sino que se hacen “propietarios del poder”.

Así, sin control ciudadano, ni rendición de cuentas, difunden el cuento de la patria, para todos los ciegos, sordos y mudos. Ante esta ausencia de vigilancia, los corruptos se meten en la Hacienda Pública y se convierten en lecheros: se dedican a ordeñar la vaca fiscal.

En esta metamorfosis, políticos, líderes y caudillos son autores del ordeño silencioso de esa vaca fiscal. Y si ya no hay leche la extraen del petróleo, la reserva monetaria, el BCE, bonos, Petroecuador, del IESS, del fondo de pensiones de maestros, etc. Lo hacen con facilidad porque son “mentes lúcidas y manos limpias” que combaten a los comecheques, los plagiadores de tesis, periodistas mediocres e irresponsables, movimientos sociales, a las voces críticas que constatan y denuncian lo que la ceguera ciudadana y la audacia revolucionaria no quiere que se vea ni evidencie.

Para esto es necesario que todo opositor y crítico sea descalificado, vejado, ofendido y que se le ponga el apodo que “Yo El Supremo” asigna. Solo así, por la vía revolucionaria, se da la conversión de resentidos sociales en políticos, magos y expertos ordeñadores de la vaca fiscal, que ya está enferma y seca, en una Hacienda Pública en la que nadie vigila, controla, ni pide cuentas.

Son los tiempos posneoliberales del socialismo del buen vivir, de políticos revolucionarios socialistas que se hacen ordeñadores. Esto pasa en tanto los ciudadanos electores permanecen pasivos y acríticos. Y lo que es más grave: no cuestionan. Solo esperan la nueva hora de votar y luego irse tranquilamente a la casa porque para eso eligen a sus representantes. Entonces, la culpa es de la vaca, no de los corruptos. Tampoco de los reales dueños de la Hacienda Pública, que son mudos, ciegos y sordos. Así, todo sigue en la impunidad, mientras los lecheros saquean y siguen secando a la vaca fiscal.

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