Poligrafo, para que...

Me ha lanzado la idea de usar al polígrafo como paso previo a la designación del ministro fiscal general definitivo. Esta iniciativa tendría por objeto asegurar la idoneidad, la probidad y la verticalidad de los aspirantes a tan alta dignidad llena de grandes responsabilidades, sobre todo en este momento en que el combate a la corrupción galopante es una de las tareas principales que deberá cumplir el más alto representante del Ministerio Público.

El polígrafo es una herramienta para detectar el engaño y la mentira sobre la base de patrones no verbales, sino fisiológicos, como son el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Por estas razones es que se lo conoce como el cazador de mentiras o máquina de la verdad, por lo que se lo usa para tratar de establecer la verdad sobre un hecho conocido en el que se presume que el sujeto sometido al polígrafo tuvo participación, razón por la que se lo somete a él para ver si dice la verdad. Pero para lo que se lo pretende utilizar, según la iniciativa, no sería aplicable porque, ¿cuál es la verdad que se quiere lograr por parte del aspirante a fiscal si no se le atribuye ningún hecho por el que pudiera mentir? Por otra parte, dada nuestra “viveza criolla”, por la que deberíamos tener algún Premio Nobel, ¿quién garantiza que las preguntas que se le van a formular no las conoce ya el “interrogado” porque un “pajarito” se las trasmitió...? Por otra parte, para no establecer diferencias odiosas, el uso del polígrafo debería aplicarse para toda persona que vaya a desempeñar una función pública o privada, lo que podría significar una ímproba tarea.

Nuestra opinión es que la corrupción no se combate de esta manera. El hombre nace honesto y muere honesto. Su ADN es la honradez. Su paso efímero por alguna “dignidad”, si es honesto servirá para que lo pruebe una vez más. Si, por el contrario, es “bandido” (para usar un término suave) se burlará de todos los polígrafos por sofisticados que sean.

Escojamos a los mejores hombres y mujeres sobre la base de su actuación en la gestión pública. ¡No elijamos a improvisados ni a falsos valores!