Pobreza rural y el G20

Es bueno para América Latina que se hayan reunido en Argentina hace cinco días los gobernantes de los 20 países de mayor economía del mundo, G20, para conversar sobre medidas o estrategias que superen los álgidos problemas que vive la humanidad.

Las organizaciones sociales urbanas tuvieron la oportunidad de expresar sus desacuerdos, su protesta. Pocos días atrás se publicó el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, señalando que en América Latina y el Caribe superviven en el campo 59 millones de pobres que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, con el agravante de que en la última década, 2008-2018, la pobreza creció en relación al período 1990-2008, cuando bajó de 65 % a 46 %. La pobreza extrema aumentó del 20 % al 22,5 %, que había descendido de 40,1 % a 20 %. En la cumbre del G20 el sector rural, lejano a ese escenario, no pudo exponer la marginalidad y angustias en que subsiste.

El auténtico productor de campo, propietario de pequeñas o medianas fincas, no busca dádivas, pero sí demanda asistencia técnica en el uso de semillas, suministro de riego, créditos a intereses y plazos adecuados, exoneración de tributos en importación de insumos, control en la cadena de mercadeo, al vender sus productos a intermediarios a precios que no cubren costos. El gran empresario agrícola tiene otra situación; cuenta con capital de trabajo, financiamiento, relaciones comerciales dentro o fuera del país y por el volumen de producción, sus costos afectan menos su rentabilidad.

Si algún cambio requiere el Ecuador es dar prioridad a la producción generada en el campo, lo que incrementaría posibilidades de empleo. Se sigue recitando el discurso de la necesidad de innovar, de dar valor agregado con agroindustria, pero no se implementan medidas definidas para hacer realidad esos enunciados. Si a eso se agrega el bajo presupuesto estatal asignado, la poca voluntad para entender la inseguridad en el sector rural, la eliminación de escuelas en recintos que realizó el gobierno anterior, el Ecuador está muy distante de considerar al agro como el más importante bastión productivo.