Situación. Las mujeres no se limitan a las tareas del hogar en el campo.

La pobreza rural escala cada ano sin detenerse

El indicador del sector urbano a junio de 2019 fue del 25,5 % frente al 43,8 % del campo. La baja productividad y el cambio climático son factores decisivos.

Ney Barrionuevo se atreve a decir que el aumento de la pobreza rural es una bomba de tiempo peor que el fusarium raza 4 del banano.

El director del Grupo Diálogo Rural (GDR) e investigador de temas agrícolas se basa en los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que relevan una realidad preocupante: en junio de 2015 la pobreza en el campo era del 38 % y en el mismo mes de 2019 ha subido al 43,8 %.

La pobreza extrema pasó del 14,9 % al 17,9 %, frente al 3,8 % y 5,6 % del área urbana.

“Eso representa casi 300.000 personas más que son pobres y su gran mayoría son pequeños productores de ciclo corto. Una bomba de tiempo peor que el fusarium, pero nadie le presta atención”, anota.

Y claro, la mujer es la más pobre entre los pobres y con menos chances de salir.

El arroz, al igual que la palma africana, ha caído en desgracia por falta de políticas de largo plazo relacionadas con semillas de calidad, costo de insumos, tecnología y capacitación. “Hemos pasado días duros. Los arroceros hemos trabajado a pérdida hasta ahora, que recién mejoran los precios, y eso se refleja en la vida diaria: chicos que dejan de estudiar, familias con hambre”, señala Julio Carchi, vicepresidente de la Junta de Usuarios América Lomas.

Barrionuevo habla de “causas estructurales”: “baja productividad y altos costos de producción unitarios, lo que nos hace poco competitivos frente a las importaciones y en el mercado internacional para exportar”.

Se refiere a problemas de acceso a la tierra y al agua en las comunidades campesinas; o la falta de titulación, que se vincula a las dificultades para acceder a financiamiento. Además, falta de acceso a innovación tecnológica y a servicios de desarrollo empresarial. Mal estado de las vías secundarias y falta de infraestructuras de apoyo a la producción, como riego y almacenamiento. Así como una débil asociatividad empresarial e inestabilidad en el rumbo de las políticas públicas.

Y dentro de la coyuntura, la misma crisis económica que vive el país, la baja del precio de las materias primas en el mercado internacional, algunos problemas circunstanciales de plagas y enfermedades.

Y del escenario más general, los impactos negativos del cambio climático sobre la agricultura tropical y andina; la menor demanda de carbohidratos, carnes rojas y de lácteos como tendencia del consumo a escala mundial; y la migración del campo a la ciudad, en especial de los más jóvenes, lo que representa una fuga de talentos, afectan la innovación y encarecen la mano de obra

A la larga, la pobreza hace aún más deficiente la labor agrícola, lo cual pone en riesgo la dependencia de la producción local para el consumo interno y para la exportación.

Se abona también el terreno para la migración campo-ciudad, generando presión sobre los servicios básicos, y causando problemas de inseguridad y asentamientos ilegales.

Género

Las mujeres, las que sufren

Las mujeres son fuerza en el campo, pero su apoyo al hogar y las tareas domésticas también las hacen el eslabón más débil.

La falta de dinero en casa motiva su salida del sitio donde ha nacido y vivido hasta las ciudades en busca de trabajo, sobre todo como empleadas domésticas, lo cual trastoca todo plan de desarrollo profesional. En casa se quedan sus hijas (niñas o jóvenes), como amas de casa.

La pobreza hace que chicas de 14 años de edad formen su propio hogar, llegando a un promedio de cuatro hijos cada uno, lo que alimenta la posibilidad de que estos enrolen las filas de la pobreza.

Es el caso de Jéssica N., que tiene cuatro hijos menores de 16 años, de los cuales dos que acudían al colegio dejaron de hacerlo. El padre dejó de sembrar tabaco porque la empresa Tanasa ya no les compra, debido a que el cigarrillo importado ganó el mercado local.

Ahora ella debe realizar las labores domésticas y trabajar en la recolección de cacao para “apenas completar” dinero para la comida del día.