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Las plagas siembran dudas en los productores de maiz

Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Los maiceros no están muy animados. Tienen dudas por el ataque masivo del gusano barrenador del tallo y una mala experiencia en la cosecha del verano de 2015, que no fue la esperada. Tuvieron varios inconvenientes, que pasaron tanto por las “semillas de mala calidad que les vendían algunos distribuidores” o por las plagas, la más importante, la diatraea (gusano barrenador) que afectaron su economía. Durante un recorrido realizado por Diario EXPRESO el martes por Los Ríos, los productores se quejaron. Ángel Suárez administrador de la hacienda Las Cañitas, del cantón Puebloviejo, espera que esta cosecha de invierno sea buena. Pero la duda se genera por el ataque de la “langosta que afecta las 90 hectáreas que tiene” y por la cual tiene que fumigar cada 8 días para evitar que se destruyan. Espera obtener por hectárea unos 150 quintales, pero quiere que el precio no baje de los 15,83 dólares que obtuvo el año pasado por quintal. En maíz amarillo es uno de los cultivos más importantes del país. Según la encuesta de 2014 en Ecuador se cosecharon 381.066 hectáreas, con una producción de 1’536.508 toneladas métricas, de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). El 54,38 % de la producción (835.604 toneladas) sale de Los Ríos, el 14,59 % de Manabí y el 14,45 % de Guayas. La productividad promedio del país fue, ese año, de 4,03 toneladas métricas por hectárea. Otro de los consultados fue Manuel Rosario, de San Luis, a quien el año pasado, en el verano, las plagas y la mala semilla le redujeron la producción en un 50 %. Por eso teme sembrar en este invierno, cuyo ciclo inició con las primeras lluvias del año (de diciembre). El agricultor Lautaro Guamán, de la hacienda La Envidia, se sentía molesto por la mala cosecha del verano anterior, tanto que decidió cambiar de cultivo: está apostando por la siembra de cacao. Ha plantado ya 3.000 matas y espera terminar con lo que queda del maíz, es decir, utilizar otras 90 hectáreas. “Estoy buscando otra alternativa ya que las plagas que llegan generan mucho gasto, hay que fumigar seguido”.