El patrimonio edificado

Un patrimonio edificado es un monumento, es decir, el testimonio de lo que una sociedad fue en el pasado y que dejó plasmado a través de la arquitectura. Una ciudad, entendida como un conjunto de monumentos, se convierte en un texto de historia y en depósito de la memoria colectiva de sus habitantes.

En el Complemento a la Carta de Venecia (1984), se afirma: “La gente reconoce que a más del alcance del crecimiento de una ciudad, esta le recuerda el pasado de su propia familia, de su comunidad, de su identidad nacional y de toda la humanidad. Cuando no se rechaza lo creado por los antecesores de los actuales habitantes, también ello constituye la base estructural para la vida diaria del presente”.

El patrimonio arquitectónico es un recurso invaluable, tanto en términos históricos como económicos, al ser producto de la acumulación de inversiones, tal como se indica en la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico (1975): “El patrimonio arquitectónico es un capital espiritual, cultural, económico y social con valores irremplazables (...). Cualquier disminución de este capital es tanto más un empobrecimiento por cuanto la pérdida de los valores acumulados no puede ser compensada ni siquiera por creaciones de alta calidad (...). Lejos de ser un lujo para la colectividad, la utilización de este patrimonio es una fuente de economía”.

La declaración patrimonial de una edificación se aplica cuando posee valores de relevancia para una comunidad, país o el mundo, estableciendo escalas definidas por las leyes, reglamentos o normativas, con los derechos y deberes que esto acarrea.

Por otro lado, la conservación de estos bienes, es entendida como “... una serie de operaciones de mayor o menor profundidad que pretenden conservar testimonios arquitectónicos del pasado, tengan estos valores históricos, estéticos o simplemente de uso” (Coloquio de Preservación de los Centros Históricos ante el crecimiento de las ciudades contemporáneas). La necesidad de conservar y dar mantenimiento a una edificación de valor patrimonial no solo es un derecho, sino una obligación.

“La necesidad de conservar y dar mantenimiento a una edificación de valor patrimonial no solo es un derecho, sino una obligación”.