Paris no es la solucion

La decisión del presidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático de París deja a su país sin una política en relación con el calentamiento global. Eso es alarmante. Pero la respuesta del mundo (redoblar la apuesta por el pacto en oposición a Trump) también es preocupante. Por un lado, se nos dice que esa decisión pone en peligro el planeta. Por el otro, algunos restan importancia a la decisión de Trump, con la desafiante proposición de que la energía renovable ya se está volviendo tan barata que estamos casi a las puertas de un futuro sin combustibles fósiles. Ambas posturas no solo son mutuamente contradictorias, sino que son erróneas. Para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de la meta de 2 °C (respecto de la era preindustrial), es necesario reducir la emisión planetaria de dióxido de carbono durante este siglo unos 6 trillones de toneladas. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Unfccc), organizadora del acuerdo de París, se estima que incluso si todos los países hicieran las reducciones prometidas, de aquí a 2030 la emisión de CO2 apenas se reduciría 56.000 millones de toneladas. De modo que las cifras de la ONU muestran que incluso pecando de optimismo en relación con el cumplimiento del acuerdo, el 9 9 % del problema climático quedaría sin resolver. Por otra parte, suponiendo un cumplimiento total de los compromisos del acuerdo de París, la AIE (Agencia Internacional de la Energía) prevé que en 2040 la energía eólica y la solar proveerán apenas 1,9 % y 1 %, respectivamente, de la demanda mundial de energía. Esto no parece una economía en medio de una transición “inevitable” hacia el abandono de los combustibles fósiles. La energía solar y eólica necesita subsidios cuantiosos porque en la mayoría de los contextos, sigue siendo más cara que los combustibles fósiles. Hay una campaña de relaciones públicas promovida por inversores en tecnologías de energía limpia y políticos ayudados por medios de prensa crédulos a los que les gusta contar historias de “éxito” relacionadas con esas tecnologías. Pero si ya fueran competitivas o casi competitivas en relación con los combustibles fósiles, el acuerdo de París sería innecesario. Todo el mundo estaría abandonando los combustibles fósiles para adoptar la otra opción mejor y más barata. Exagerar los efectos del acuerdo de París y el estado actual de la energía limpia nos da un falso sentido de seguridad. Creemos estar haciendo lo necesario para “salvar el planeta” (y no prestamos atención a lo que realmente hay que hacer para poner coto al aumento de temperatura. No es muy complicado: hay que dejar de subsidiar tanto los combustibles fósiles como la ineficiente energía solar y eólica. Y debemos concentrarnos en invertir en innovaciones que mejoren las energías limpias. Los gobiernos y donantes deben aumentar su inversión en investigación y desarrollo. El fondo anunciado por Bill Gates es un comienzo muy prometedor, lo mismo que el acuerdo firmado por 22 países y la Unión Europea para duplicar sus inversiones de USD 15.000 millones a 30.000 millones. Pero para reducir la temperatura más de una fracción de grado, el planeta necesita algo así como sextuplicar la I+D en energías limpias. Sería más barato que el acuerdo de París (que demanda el despliegue de tecnologías energéticas costosas e ineficientes) y mucho más eficaz. Trump merece críticas por abandonar el acuerdo de París sin tener un plan de acción alternativo. Pero la postura del resto del mundo al ignorar la realidad no es mucho mejor.