El culpable sería un circuito cerebral que se activa ante el placer que produce comer algo delicioso.

No puede parar de comer

Un equipo de investigadores descubrió que el responsable de que siga comiendo aunque no tenga hambre es un circuito cerebral.

Le ponen frente a usted una hamburguesa con papas fritas o una pizza con queso, pepperoni, jamón... Y aunque no tiene hambre, cae en la tentación. Toma un pedazo y sigue hasta que no queda ni una migaja en el plato.

¿Qué hace que no podamos dejar de comer aunque ya hayamos consumido lo suficiente? Un equipo de investigadores estadounidenses buscó una respuesta. El culpable sería un circuito cerebral que se activa ante el placer que produce comer algo delicioso.

La Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte llegó a esta conclusión tras analizar el comportamiento de un grupo de ratones. Descubrió que una red de comunicación celular del cerebro que procesa las emociones, motivó a los mamíferos a seguir comiendo aunque estuvieran llenos.

Los investigadores dicen que esto explicaría no solo este fenómeno en los ratones sino también en los humanos y el hallazgo más importante es que tiene un antecedente. Es más, es algo que venimos arrastrando. Hubo épocas en las que los antepasados pasaban por hambrunas, así que cuando tenían en frente más calorías, devoraban todo lo que les era posible, porque no sabían cuándo podrían disfrutar de otro banquete.

“Este circuito parece ser la forma en que el cerebro te dice que si algo sabe realmente bien, entonces vale la pena el precio que pagues por obtenerlo, así que no te detengas”, explica Thomas Kash, uno de los investigadores. Pero el problema es que ahora lo que más hay a nuestro alrededor son calorías y ese instinto por comer de más no ha desaparecido.

Este estudio, publicado en la revista especializada Neuron, busca llegar a un siguiente paso: encontrar una forma de redireccionar a estos circuitos para luchar contra la obesidad y la desesperación por comer. Mientras tanto, nos da una idea del porqué nos “arrepentimos” cuando ya hemos terminado todo el plato y no antes.