PAIS: callados se mantienen unidos
El oficialismo no sabe qué hacer con Glas. La oposición lo tiene clarísimo: juicio y destitución.
Continúa el parto de los montes en el bloque oficialista de la Asamblea Nacional. Ayer, cinco horas ininterrumpidas de reunión (celebrada por fin luego de dos convocatorias fallidas) no condujeron a nada. PAIS no sabe qué hacer con Jorge Glas. Mientras las bancadas de oposición, por turnos, anunciaban en el vestíbulo su voluntad de reactivar el juicio político en contra del vicepresidente, los del gobierno no conseguían ponerse de acuerdo en el primer piso. A eso de las dos de la tarde, para no dar cuentas de su nuevo fracaso, se deslizaban por las puertas laterales, inaccesibles a la prensa.
“La falta de definiciones es para preservar una unidad”, admitió Silvia Salgado. Fue quizá la frase más honesta de cuantas se pudieron pescar al aire entre los tres o cuatro asambleístas de PAIS que bajaron por el ascensor equivocado y fueron a dar al vestíbulo central, donde aguardaban los periodistas.
Otro de ellos, Ricardo Zambrano se dio el trabajo de explicar cuáles eran las posturas contrapuestas: hay un grupo que cree que la Asamblea debe pedir la renuncia del vicepresidente y otro que nomás se desarrolle el juicio penal ordinario. Los primeros estuvieron el sábado con Lenín Moreno en Montecristi; los otros se quedaron en Quito con Rafael Correa por Skype.
Estos últimos acusan recibo de lo que consideran una doble traición del presidente José Serrano: primero, haber enviado las propuestas de preguntas para la consulta popular sin consultárselas siquiera; segundo, haber declarado, en Montecristi y junto a Lenín Moreno (para empeorar las cosas) que el vicepresidente tenía que dar un paso al costado.
Por lo demás, la muletilla de “estamos más unidos que nunca” no cesa de repetirse en cada intervención oficialista, aunque suene cada vez más hueca. Y no falta quien intente vender a los periodistas la idea de que la demora en tomar una decisión se explica únicamente porque se está elaborando una “postura clara y fuerte”.
Pero hay una cosa en la que sí coinciden ambos grupos: ninguno de ellos quiere un juicio político para que se luzca la oposición. “Hablar de juicio político es prematuro”, dice Ricardo Zambrano, porque un juicio político, según él, “debe estar sustentado legalmente”. Él, Silvia Salgado, Esteban Melo y casi todos en PAIS creen que las responsabilidades políticas deben ser establecidas por la justicia ordinaria.
Mientras tanto, el proceso para retomar ese juicio político (denegado hace dos meses por el oficialismo) ya está en marcha. Lo activaron, en coloridos espectáculos en el vestíbulo principal de la sede legislativa, las tres bancadas más poderosas de la oposición. Aunque todos insistieron en que el documento que estaban presentando era el mismo, cada uno quiso dar su propia rueda de prensa y ser los primeros en estampar en él sus firmas.
Primero llegaron los de CREO y sus aliados. Extendieron un gran cartel en el que se pedía juicio político contra Jorge Glas y lo firmaron con un marcador grueso de color y exhibiendo sus mejores posturas para la nube de fotógrafos.
Fabricio Villamar fue el vocero del grupo. Acusó al bloque oficialista de “preferir un vicepresidente encerrado” que asumir sus responsabilidades. Y advirtió con llevar la acción fiscalizadora hasta sus propios colegas asambleístas de PAIS que durante el Gobierno anterior ejercieron funciones de responsabilidad relacionadas con Yachay, la Refinería de Esmeraldas, las empresas eléctricas...
Luego el turno fue para el PSC y aliados. Henry Cucalón y Luis Fernando Torres volvieron a presentar el pedido de juicio político y cada uno de los presentes, ocho en total, lo firmó de pie, solemnemente, haciendo una proclama previa: “Para que no se burlen más del pueblo”; o “Porque la Fiscalía nos ha dado la razón”; o “En cumplimiento de nuestro deber para con el país”...
Guillermo Celi, coordinador de SUMA en la Asamblea, habló a nombre de su bancada, a la que atribuyó haber enriquecido el documento con valiosos análisis y aportes documentales. A esas alturas de la mañana, ante la sucesión interminable de discursos repetitivos, los periodistas ya estaban más preocupados de averiguar si salía o no humo blanco de las oficinas del primer piso donde el bloque oficialista mantenía su reunión privada.
Más de una hora duró la espera. Cuando Silvia Salgado apareció por el ascensor equivocado, haciendo pucheros, visiblemente molesta y tratando de eludir las preguntas con un inicial: “Yo no tengo nada que decir”, era evidente que PAIS había fracasado una vez más.
Lo único oficial con respecto a la decisión del bloque es que “esta misma semana” se dará a conocer en un documento. Mientras tanto, a la oposición le toca someter el suyo a todos los filtros inventados para entorpecer procesos como este: el CAL, que ha asumido la tarea de calificador de pruebas, la Comisión de Fiscalización, la Corte Constitucional por tratarse de una autoridad tan alta... Organismos todos en los que se encuentran en minoría. Les espera una maratón.
La oposición no se opone
Sobre las preguntas para la consulta popular presentadas la víspera por el presidente de la República, las cosas están paradójicamente claras en la Asamblea: las bancadas de la oposición las apoyan; la bancada de gobierno, no del todo. “¿Cómo puedo yo -dijo Esteban Melo- apoyar la eliminación de la ley de plusvalía?”. De la misma opinión son el resto de halcones del correísmo. Silvia Salgado, por eludir lo peliagudo, elogió la iniciativa de que los crímenes sexuales contra niños sean imprescriptibles.