
PAIS, en busca de su autoestima
Terapia. El último discurso de Rafael Correa como presidente del movimiento que fundó y con el que ha ejercido el poder la última década tuvo sabor a charla motivacional.
Terapia. El último discurso de Rafael Correa como presidente del movimiento que fundó y con el que ha ejercido el poder la última década tuvo sabor a charla motivacional. Le habló a su gente, su partido, como solo puede hablarle un director técnico a un equipo que ha pasado a la final sin saber muy bien cómo, llegando por resultado ajeno. Le habló para recuperar la autoestima.
Lo hizo mirando al pasado cercano. Con la voz encendida, reprochó a la sexta Asamblea General del movimiento, que tuvo lugar en Portoviejo, Manabí, por dudar de sí.
Que no quede duda: ganaron los parlamentarios andinos, la consulta popular, la mayoría de la Asamblea y Presidencia de la República. Correa recrimina a quienes se fijan en el ajustado margen de la victoria: “Se unieron todos y los vencimos”. Y a quienes creen que deben moderar la línea en honor a la mitad del país que no los votó, la mitad con “síndrome de Doña Florinda”, como los ha rebautizado Correa a los nuevos titulares de la clase media. Entre ese 49 %, postula con tono catedrático, hay quienes los “odian”, quienes querían otra propuesta de país y quienes “tienen millones en paraísos fiscales”. Pero lo importante, a su juicio, es mirar al “51 % que sigue votando por nosotros”, grita eufórico, forzando la celebración. No cuesta imaginarlo agitando los brazos ante el coliseo o arqueando las manos en forma de corazón como acostumbra.
Así se escriben estas líneas, imaginando lo que sucede en la convención del partido de Gobierno. La prensa en su conjunto fue expulsada del recinto por los encargados del partido, después de haber hecho las fotos. El resto de la información del movimiento de gobierno al país y la opinión pública -fiel metáfora de la última década- se cuela por las rendijas del coliseo, gracias al altavoz.
Las palabras, distorsionadas por la acústica, bosquejan un Correa preocupado por los ánimos reformistas, ahora que en el papel dejará las riendas. Acusa a su partido de haber sido timorato cuando la oposición se tomó las calles contra la Ley de Herencia y Plusvalía, de dejarse “marcar la agenda” cuando los medios señalan contradicciones, de no haber convertido al millón y medio de adherentes en igual número de militantes, de dejar “instalar” la corrupción como verdad incuestionable. Eso lo ofende. “Hemos sido el Gobierno más honesto de la historia”, grita. No son corruptos. Ni la revolución ciudadana ni el Gobierno, “mi Gobierno”, agrega con posesión. “Yo no soy ladróooon”, vocifera llevando la voz al quiebre.
Desde ayer tampoco es presidente del partido. Antes de relevarlo en el Gobierno, el presidente electo Lenín Moreno lo ha reemplazado en la dirección de PAIS. Y también en el discurso: menos ayer; más mañana.
Ahorrando tiempo y adjetivos calificativos, el sucesor optó por prometer la vigencia de los principios del movimiento que fundaron. Pero no negó el cambio: tenemos que reinventarnos.
Habla más allá del coliseo verde, evitando la palabra más utilizada por su antecesor, militancia. Cuando Moreno habla dice “pueblo”. Como si la convención partidista fuera una excusa para hablarle a un país: “No estamos divididos. Gobernaremos para todo un pueblo”.
Para saber
La comisión de ética
Estudia los casos de sanción contra militantes de PAIS. Estará presidida por Mary Verduga.
La comisión electoral
Es uno de los instrumentos claves del movimiento porque es la que se encarga de definir los nombres que irán a la papeleta bajo el membrete de la 35. Estará a cargo de Paola Pabón, actual ministra de la Política en el Gobierno de Rafael Correa.
Defensora del adherente
Para regir este órgano interno del movimiento fue designada Lídice Larrea.
La cifra
5.300 militantes estuvieron acreditados para la convención de PAIS celebrada ayer, en Portoviejo.