La ordinariez de algunos fanaticos partidistas

La educación, cultura, la formación del hogar positivos, apuntan a la superación personal, son ingredientes de una personalidad agradable y tolerante. Aun cuando se vea en la necesidad de defender sus más profundas convicciones, o de contradecir ideas o comportamientos contrarios a los propios, lo hacen con altura, con un lenguaje propio de espíritus cultivados.

Cuando esos componentes son incompletos, confusos, inexistentes o provienen de entornos plagados de mediocridad, sale a flote la ordinariez. No hay que echarle la culpa solo al entorno, hay una responsabilidad individual de superación que se forja en el contacto con otros seres humanos. Cuando atribuyen sus falencias a una imposición externa, manifiestan un resentimiento social que unos llaman rebeldía, otros revolución, unos más izquierdismo, y los que se creen más moderados, prepotencia —cuando alcanzan algo de poder.

Lo más grave es la agresividad que aflora cuando creen reclamar derechos o defender ideas. Esto ocurre primordialmente en mentes que no han madurado para hacer uso de pensamientos propios, sin la tutela de otro: lo que se conoce como minoría de edad intelectual.

Siempre invocarán la “superioridad” de otros, el liderazgo de mediocres o corruptos, y se cobijarán bajo los justificativos de “proyecto”, “ideología”, “lealtad”, atribuyendo a quienes discrepan el calificativo de “traidores”.

Ing. José M. Jalil Haas