Tradición. El líder lleva la bandera y los indígenas bailan alrededor del sitio donde se realizarán las ofrendas.

La ofrenda del gallo, un ritual en la huaca

En Chimborazo, diez mil indígenas asistieron al acto.

La ofrenda del gallo se constituye en otro de los ritos tradicionales de los pueblos indígenas de Chimborazo, se realiza en el tiempo del Sisay Pacha y Pawkar Raymi, el primer jueves o domingo luego del carnaval.

Para los pueblos de Licto, Pungalá, Cacha y Colta, cumplir la tradición ancestral implica cargar los gallos que recogen en su comunidad o a nivel del clan familiar y acudir a la huaca (lugar sagrado o punto energético).

Ahí se ofrenda al gallo rojo, degollado en el ritual, y su sangre regada en la tierra del sector, entre cantos y música. “Es un ofrecimiento a la Pachamama, se ofrenda la sangre como símbolo de agradecimiento.

El gallo es parte de la ritualidad de los puruháes, por eso en la entrada de las casas y en los tupos (prendedores, utilizados por las indígenas) está presente su figura, especialmente el gallo rojo, que es sagrado, y por tanto es sacrificado”, expone José Parco, director de Interculturalidad del Municipio de Riobamba.

Las tonalidades que se ejecutan en el sector se convierten en una competencia interna, los cantos al gallo blanco o al gallo mestizo como lo llaman los indígenas, al de tonalidad roja con negro, llama mucho la atención de los turistas que cada año acuden a presenciar este rito. “El gallo fue valiente, juguetón y coqueto; hoy lo estamos entregando a la Pachamama y al Dios dador de la vida”, es el canto que se entona en lengua materna mientras se ofrece el sacrificio.

Luego del rito, los demás gallos son enterrados para dar paso al juego del gallo; los participantes se vendan los ojos y con un machete o palo tocan la cabeza del animal, este pasa a ser de su propiedad, pero con el compromiso que para el siguiente año, donará el doble de lo ganado. Unos grupos llegan y otros se van; esto se puede evidenciar a lo largo del día, algunos con más recursos llegan acompañados de bandas y banderas; otros solo se acompañan con instrumentos andinos, pero todos cantan en quichua sobre el carnaval y sobre los gallos.

En las huacas, los indígenas dejan lana de borrego o cabellos de mujeres que todavía no se han casado, y se llevan un puñado de tierra en sus shigras para regarla en sus chacras y corrales, para asegurar una buena producción. De estos lugares existen algunos en la provincia, pero el más concurrido es Alajahuan, asegura Parco.

“La época del florecimiento concluye con el ofrecimiento del gallo; es la ritualidad, fe y costumbres que han estado presentes desde hace miles de años, con la introducción de las religiones se estaba perdiendo, pero la hemos retomado desde hace quince años con todos los ritos que son parte de nuestras creencias”, argumenta Parco.

Con esto se cierra el período del Pawkar Raymi, porque el 21 de marzo se celebrará el nuevo año andino, con una ceremonia, y se dará paso al ciclo del Inty Raymi, que concluirá en junio. (F)

Se ingresa con pie izquierdo

Después regresan a sus casas donde comparten la comida y chicha con la comunidad; con esto se cierra el ciclo del festejo. El principal punto energético que congrega a esta fiesta es el cerro de Alajahuan, ubicado en el límite entre Riobamba y Colta. Aproximadamente 10.000 personas asistieron el pasado jueves. Parco hace la comparación con las romerías católicas al Quinche o Las Lajas, para explicar la tradición de su pueblo.

Resalta que aprovechando la gran concentración que se realizaba en ese lugar. “En 1980 construyeron la iglesia católica, pero no se la ocupa; la gente ingresa porque la cruz la pusieron sobre la huaca que era sagrada para los puruháes”. La tradición indica que cuando se desea hacer un pedido o agradecimiento a la huaca (lugar sagrado) se debe ingresar siempre con el pie izquierdo, los creyentes indican que al tocarla se puede sentir una energía que emana de ese punto.