La nueva tirania del dolar

Puede que Donald Trump no quiera iniciar guerras en Oriente Medio, pero que eso no signifique que desee apartarse de las actividades de cambio de régimen. Su administración ha dejado claro que quiere que las estrictas sanciones a Irán sirvan para el mismo fin que la invasión a Irak por parte de Bush en 2003. Desde su retiro en mayo del acuerdo nuclear con Irán, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (Jcpoa), Trump ha buscado maneras de aumentar la presión sobre el régimen iraní. Mañana entrarán en vigencia las sanciones sobre la vital industria petrolera del país. Y el gobierno quiere ir más allá e imponer sanciones secundarias a otros países para sacar a Irán por completo de la economía global basada en dólares. Para ello EE. UU. se ha propuesto prohibir que los bancos iraníes formen parte de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (Swift) y los pagos globales que supervisa, lo que en la práctica enviaría a Irán a una edad oscura preglobalización. Sin embargo, el problema para Swift no es una institución estadounidense. Se basa y está registrada en Bélgica, que apoya el Jcpoa junto con los 27 demás Estados miembros de la UE. La exploración por parte de EE. UU. de sanciones cada vez más “inteligentes” no tiene nada de nuevo. Con el presidente Obama las sanciones específicas (los europeos las reconocieron como una alternativa eficaz a la guerra) se convirtieron en la primera opción de EE. UU. Junto con la UE, la administración Obama aguzó y afinó las medidas punitivas contra Irán. Fue tan eficaz que Irán acabó yendo a la mesa de negociaciones, donde aceptó limitar sus actividades de enriquecimiento de uranio en el marco de la Jcpoa. En cambio, las nuevas sanciones de la administración Trump son como bombas de racimo que caen sobre amigos y enemigos por igual. Desde que Trump abandonara el Jcpoa, los líderes europeos han buscado maneras de preservar algunos de los beneficios para Irán, de modo que no reinicie su programa nuclear. Pero EE. UU. lo está haciendo difícil, amenazando a personas pertenecientes a juntas corporativas europeas, entre ellas los directores de la Swift, con sanciones específicas, a autoridades europeas clave, a directores de bancos centrales, incluido en Banco Central Europeo. Por su parte, el Bundesbank sopesó abrir una cuenta para financiar el comercio con Teherán, evitando así que los bancos alemanes privados se vieran obligados a obedecer a los caprichos de un presidente estadounidense, pero acabó desechando la idea con bastante rapidez y pocas explicaciones. No es de sorprender, entonces, que los europeos estén debatiendo desde cero el uso adecuado de las sanciones. A medida que el sistema financiero estadounidense se convierte en un brazo de la seguridad nacional de Trump, las autoridades europeas han comenzado a lamentar la “tiranía” del dólar. l Ministro alemán de Exteriores Heiko Maas llegó a hacer un llamado por la creación de un sistema de pagos europeos independiente. Parecería que hasta los Estados miembros de la UE más tercamente atlanticistas están siendo empujados a crear una alternativa al régimen del dólar, incluso si todavía no se divisa en el horizonte. En el corto plazo, la pregunta para los europeos es cómo mantenerse a flote en un mundo denominado en dólares. Las amenazas a instituciones y personal europeos deben responderse con amenazas de contramedidas proporcionales. Lamentablemente, ese parece ser el único lenguaje diplomático que Trump entiende.