
Norman, el artesano de los cocteles y la cocina
Participó en el concurso gastronómico Huecas de Guayaquil. No ganó, pero la corvina entera en salsa de mariscos, plato que presentó, es el más solicitado.
La vida de Norman Jaramillo ha transcurrido entre los sabores y olores de platillos de la cocina criolla e internacional, aromas de cocteles y la habilidad de las artesanías.
El guayaquileño de 45 años aprendió el arte culinario desde los 11, cuando fue ayudante de cocina, mesero y barman del desaparecido hotel El Galeón. Trabajaba en sus días libres para poder continuar sus estudios secundarios.
Lo que se inició como una necesidad se le pegó fuerte hasta convertirse en su pasión y sustento de vida. La cocina y sus artes lo han llevado a laborar en hoteles 5 estrellas, como el Hilton Colón de Quito y Guayaquil; también como jefe de cocina de barcos atuneros, y restaurantes y clubes, como Casa Blanca (actual Ocean Club).
En sus inicios, lo tradicional era la corvina frita y ceviches, no había variedad de platillos, al menos en Playas. Entonces rompió esquemas, surgiendo su primer menú: la ensalada de mariscos y verduras. Es una combinación que no pegó mucho, pese a su exquisitez, porque ciertos comensales temían que por la variedad de mariscos a ingerir en un solo plato afectarían su salud.
La experiencia lo puso a dudar, por eso buscó profesionalizarse y encontró la mano amiga del chef Freddy Álvarez, quien llegó a Playas para portar con sus conocimientos a dueños de comedores y bares.
“Toqué puertas para ofrecer mis servicios en lugares de más categorías, asumí el reto, pues me sentía capaz, porque me capacité en otras áreas como la coctelera”, dijo Norman.
Pensó en un negocio propio, pero faltaba el dinero, entonces tomó rumbo hacia el mar en barcos atuneros. Allí cocinó para una tripulación de 30 personas, con gustos y dietas diferentes. Donde se cocina al vaivén de las olas con las ollas a mitad de su contenido para que no derrame los alimentos. Fue una experiencia de tres meses donde se dio el lujo de hacer parrilladas en la popa del barco.
Con los ahorros instaló el Café Norman Bar, en la avenida Jaime Roldós. Es un bar tropical, que además de otras bebidas ofrece cocteles y música variada. Tiene una pequeña pista de baile.
También es un salón de eventos, cuando lo solicitan. Allí ofrece servicios de banquete, decorado con mesas, perchas, mesones y adornos de madera que él elabora, pues Norman también es artesano.
En Playa Varadero abrió el comedor Mamacuchara. Los platos estrellas son corvina en salsa de mariscos, robalo y camotillo al ajillo, concha asada y patacones rellenos de mariscos. Así, aquel menudo mesero se convirtió en un gran chef.