El Palacio de Cristal. Está enclavado en el Malecón 2000 y es el lugar de las sesiones solemnes del Municipio de Guayaquil, cada 25 de julio, desde que fue construido hace más de una década.

Nebot: “Salvate. Y salva al Ecuador”

El alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, pronunció ayer un discurso de orden.

Guayaquil fue la excusa para hablar del Ecuador. El alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, pronunció ayer un discurso de orden que lo desmarca, por si quedaban dudas, del panorama electoral (“tenemos que virar la página”, pidió) e hizo un llamado a los ecuatorianos para, literalmente, salvar al país de lo que denomina “un sistema perverso”. Él, que ha sido profesor de Filosofía, no encontró mejor forma de hacerlo que respondiendo a las preguntas del existencialismo.

¿De dónde venimos?, se preguntó desde el atril del Palacio de Cristal. Venimos, dice, de una “lluvia de dinero” que resultaba presumible se agotara. Y nos encontramos “en una brutal sequía” de oportunidades, libertades y progreso.

¿Quiénes somos?, se cuestionó. Somos la ciudad que cumple “481 años de fundación y ni un día de fundida”. Nebot no ha dudado en separar su modelo del Gobierno central como desnuda su introducción a la rendición de cuentas: “En plena crisis del Ecuador veamos qué está pasando en Guayaquil”, ha citado antes de enumerar las obras y servicios entregados y por venir.

¿Quién soy?, también ha dicho. Hablando en tercera persona de sí, Nebot ha optado por justificar su negativa a correr por Carondelet y ha convertido en desactualizadas las sospechas de un anuncio sorpresa: muchos cambiarían sin duda la Alcaldía de Guayaquil por la Presidencia de la República, dijo. Él no, promete, sin vuelta atrás desde el atril. “En esa disyuntiva, ustedes saben muy bien dónde está ubicado Jaime Nebot”, adelanta antes de recordar su compromiso hasta el 2019. No significa eso un paso al costado. Su rol en el escenario nacional no estará en la papeleta, pero sí en la política.

¿Qué haré?, volvió. Nebot se ve a sí mismo, después de convocar a La Unidad, como pieza clave para promover “un solo partido: el Ecuador” y “una sola misión: unirnos para que el país funcione”, tal y como vociferó con su tono característico frente Ramiro González (Avanza), Marcelino Chumpi (Pachakutik), Paúl Carrasco (Podemos), todos parte de la coalición; y César Montúfar (Concertación) y Lucio Gutiérrez (PSP), que se encuentran en etapa de diálogo. Esta vez, en la lista de faltas solo ha repetido el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, cuya ausencia no hace más que reforzar la tesis de un SUMA distante de La Unidad.

¿Qué harán los demás?, resultaba obligatorio entonces. Tarea urgente, identifica Nebot, es profundizar los conceptos de La Unidad. Democracia, para la cual es necesario eliminar “el totalitarismo” de la ley y la Constitución. Libertad, que solo concibe como posible si se logra “derogar la Ley de Comunicación”, a la que califica de un “subterfugio legal, pero injusto”, y extenderla a la educación. Y Economía, donde se extendió para puntualizar la necesidad de “volver a los fonditos” y el ahorro, de dejar a un lado “la bobería” de creer que las leyes atraen la inversión e impiden la salida de capitales, de renegociar la deuda, de obtener préstamos de “países serios” y no de “chulqueros” internacionales, de proteger la dolarización, de “rechazar el atraco del dinero electrónico” y de reducir, obligatoriamente, el tamaño del Estado.

¿Quién puede, quién debe? Ha sido este un discurso sin nombres propios. “No elijamos, más irresponsables, más vanidosos, más mentirosos”, enlistó el alcalde de Guayaquil, declinando a la tentación de impulsar desde la tarima la candidatura presidencial de Cynthia Viteri (PSC), sentada en primera fila. Pero no ha resistido del todo. Cuando desde el público había cambiado el grito usual de “Nebot, presidente” por un nuevo coro de “Cynthia, presidenta”. Él se dio tiempo para una confesión: “Yo también quisiera gritar eso”, dijo, amarrado por la formalidad de un discurso no partidista.

¿Cómo hacerlo? ha debido responder hacia el final de su discurso, apelando como sabe a la emoción: “Sálvate. Salva a tu familia. Y salva al Ecuador” ha urgido, ahora, a la mitad del 2016. Incapaz como todos de evitar el 2017. Un año en el que advierte: “Ya es hora de que tomemos al país en serio”.

Guayaquil fue la excusa para hablar del Ecuador. El alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, pronunció ayer un discurso de orden que lo desmarca, por si quedaban dudas, del panorama electoral (“tenemos que virar la página”, pidió) e hizo un llamado a los ecuatorianos para, literalmente, salvar al país de lo que denomina “un sistema perverso”. Él, que ha sido profesor de Filosofía, no encontró mejor forma de hacerlo que respondiendo a las preguntas del existencialismo.

¿De dónde venimos?, se preguntó desde el atril del Palacio de Cristal. Venimos, dice, de una “lluvia de dinero” que resultaba presumible se agotara. Y nos encontramos “en una brutal sequía” de oportunidades, libertades y progreso.

¿Quiénes somos?, se cuestionó. Somos la ciudad que cumple “481 años de fundación y ni un día de fundida”. Nebot no ha dudado en separar su modelo del Gobierno central como desnuda su introducción a la rendición de cuentas: “En plena crisis del Ecuador veamos qué está pasando en Guayaquil”, ha citado antes de enumerar las obras y servicios entregados y por venir.

¿Quién soy?, también ha dicho. Hablando en tercera persona de sí, Nebot ha optado por justificar su negativa a correr por Carondelet y ha convertido en desactualizadas las sospechas de un anuncio sorpresa: muchos cambiarían sin duda la Alcaldía de Guayaquil por la Presidencia de la República, dijo. Él no, promete, sin vuelta atrás desde el atril. “En esa disyuntiva, ustedes saben muy bien dónde está ubicado Jaime Nebot”, adelanta antes de recordar su compromiso hasta el 2019. No significa eso un paso al costado. Su rol en el escenario nacional no estará en la papeleta, pero sí en la política.

¿Qué haré?, volvió. Nebot se ve a sí mismo, después de convocar a La Unidad, como pieza clave para promover “un solo partido: el Ecuador” y “una sola misión: unirnos para que el país funcione”, tal y como vociferó con su tono característico frente Ramiro González (Avanza), Marcelino Chumpi (Pachakutik), Paúl Carrasco (Podemos), todos parte de la coalición; y César Montúfar (Concertación) y Lucio Gutiérrez (PSP), que se encuentran en etapa de diálogo. Esta vez, en la lista de faltas solo ha repetido el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, cuya ausencia no hace más que reforzar la tesis de un SUMA distante de La Unidad.

¿Qué harán los demás?, resultaba obligatorio entonces. Tarea urgente, identifica Nebot, es profundizar los conceptos de La Unidad. Democracia, para la cual es necesario eliminar “el totalitarismo” de la ley y la Constitución. Libertad, que solo concibe como posible si se logra “derogar la Ley de Comunicación”, a la que califica de un “subterfugio legal, pero injusto”, y extenderla a la educación. Y Economía, donde se extendió para puntualizar la necesidad de “volver a los fonditos” y el ahorro, de dejar a un lado “la bobería” de creer que las leyes atraen la inversión e impiden la salida de capitales, de renegociar la deuda, de obtener préstamos de “países serios” y no de “chulqueros” internacionales, de proteger la dolarización, de “rechazar el atraco del dinero electrónico” y de reducir, obligatoriamente, el tamaño del Estado.

¿Quién puede, quién debe? Ha sido este un discurso sin nombres propios. “No elijamos, más irresponsables, más vanidosos, más mentirosos”, enlistó el alcalde de Guayaquil, declinando a la tentación de impulsar desde la tarima la candidatura presidencial de Cynthia Viteri (PSC), sentada en primera fila. Pero no ha resistido del todo. Cuando desde el público había cambiado el grito usual de “Nebot, presidente” por un nuevo coro de “Cynthia, presidenta”. Él se dio tiempo para una confesión: “Yo también quisiera gritar eso”, dijo, amarrado por la formalidad de un discurso no partidista.

¿Cómo hacerlo? ha debido responder hacia el final de su discurso, apelando como sabe a la emoción: “Sálvate. Salva a tu familia. Y salva al Ecuador” ha urgido, ahora, a la mitad del 2016. Incapaz como todos de evitar el 2017. Un año en el que advierte: “Ya es hora de que tomemos al país en serio”.