Nadie sabe para quien trabaja

Focalización, frecuencia, actualidad y ofuscación son algunos de los principios más importantes de la propaganda, desde que esta existe.

Según los afectos de nuestro entorno, hoy escuchamos por igual críticas a la propaganda gubernamental, a la propaganda empresarial, a la de posmodernos grupos de interés y a la que han perfeccionado los sectarismos religiosos, terrorismo incluido.

No sé cuánto han leído sobre la historia de la propaganda nuestros políticos, pero sus posiciones ante la próxima consulta popular empiezan a generarme duda.

Según permite saber la escasa información pública, más de 50 grupos aplicaron para hacer campaña, con una amplia mayoría declarándose a favor del SÍ. Me pregunto aquí si esta avalancha cívica deriva de motivos estratégicos o es solo prueba del viejo adagio que dice que por la plata baila el mono -sobre todo cuando es plata de los contribuyentes.

Como el presupuesto total de campaña a repartirse es de $3´907.979,40 y cada opción electoral accede a un mismo monto, al SÍ y al NO en cada pregunta le corresponderán $279.141,39.

Ahora, como cada opción tiene múltiples inscritos, el grueso de la plata se lo llevarán quienes se inscribieron en todas las preguntas, y se quedarán virtualmente sin nada los que solo lo hicieron en una opción. Por eso los que se inscribieron por el NO en tres preguntas están pidiendo que les asignen el presupuesto completo del NO, petición que no merece el menor análisis.

Cualquier propagandista experimentado sabe lo inconveniente de atomizar y dispersar los recursos: en lugar de ofuscar al electorado con mensajes consistentes y frecuentes, los diluye. Veremos a partir del 3 de enero si los estrategas de las decenas de grupos en campaña consolidan sus esfuerzos y no los dilapidan; los pocos inscritos por el NO la tienen más fácil en esto.

Sería lamentable que -como ya sucede en otras áreas- los políticos favorables al cambio sean incapaces de hacer acuerdos estructurales, con visión de futuro, y tiren cada uno para su lado.

Focalización, frecuencia, actualidad y ofuscación son algunos de los principios más importantes de la propaganda, desde que esta existe.

Según los afectos de nuestro entorno, hoy escuchamos por igual críticas a la propaganda gubernamental, a la propaganda empresarial, a la de posmodernos grupos de interés y a la que han perfeccionado los sectarismos religiosos, terrorismo incluido.

No sé cuánto han leído sobre la historia de la propaganda nuestros políticos, pero sus posiciones ante la próxima consulta popular empiezan a generarme duda.

Según permite saber la escasa información pública, más de 50 grupos aplicaron para hacer campaña, con una amplia mayoría declarándose a favor del SÍ. Me pregunto aquí si esta avalancha cívica deriva de motivos estratégicos o es solo prueba del viejo adagio que dice que por la plata baila el mono -sobre todo cuando es plata de los contribuyentes.

Como el presupuesto total de campaña a repartirse es de $3´907.979,40 y cada opción electoral accede a un mismo monto, al SÍ y al NO en cada pregunta le corresponderán $279.141,39.

Ahora, como cada opción tiene múltiples inscritos, el grueso de la plata se lo llevarán quienes se inscribieron en todas las preguntas, y se quedarán virtualmente sin nada los que solo lo hicieron en una opción. Por eso los que se inscribieron por el NO en tres preguntas están pidiendo que les asignen el presupuesto completo del NO, petición que no merece el menor análisis.

Cualquier propagandista experimentado sabe lo inconveniente de atomizar y dispersar los recursos: en lugar de ofuscar al electorado con mensajes consistentes y frecuentes, los diluye. Veremos a partir del 3 de enero si los estrategas de las decenas de grupos en campaña consolidan sus esfuerzos y no los dilapidan; los pocos inscritos por el NO la tienen más fácil en esto.

Sería lamentable que -como ya sucede en otras áreas- los políticos favorables al cambio sean incapaces de hacer acuerdos estructurales, con visión de futuro, y tiren cada uno para su lado.