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La multiple oferta del descanso eterno

La muerte es un hecho cotidiano. En el planeta ocurren 103.923 veces cada día. En Guayaquil, en ese lapso, el acto de morirse se suscita hasta 39 veces. Es por eso que para atender ese momento determinante de la vida de los guayaquileños -dónde yacer y

Edificios de bóvedas. En la modalidad de cementerio vertical, Jardines de Esperanza proyecta construir 17 edificios de 8 pisos. Ya hay cinco.

La muerte es un hecho cotidiano. En el planeta ocurren 103.923 veces cada día. En Guayaquil, en ese lapso, el acto de morirse se suscita hasta 39 veces. Es por eso que para atender ese momento determinante de la vida de los guayaquileños -dónde yacer y cómo- se han diseñado varias opciones.

En esta ciudad durante muchos años dejar este mundo implicaba trasladar su residencia hacia un lugar específico, casi único: el Cementerio General. Existían dos sitios más, pero no implicaban una tendencia: el camposanto del Suburbio Oeste y el de los Extranjeros, aledaño al administrado por la Junta de Beneficencia.

En estos días, la oferta es variada y hasta novedosa. No solo en los precios (ver subnota), sino en la posibilidad de elegir cómo se desea vivir la muerte. Así como hay camposantos manejados por empresas (tres), está la posibilidad de yacer bajo tierra o en uno de los pisos de las torres que conforman un área al estilo de cementerio vertical (Jardines de Esperanza), o si es seguidor de uno de los equipos porteños -Barcelona o Emelec- puede pedir ser inhumado en el complejo Bóvedas del Astillero, que asemeja los graderíos (dos) de un estadio de fútbol. Cada lado está identificado con los colores de los equipos.

En estos días en los que el Vaticano prohíbe esparcir o guardar las cenizas, existe la opción ecológica de colocarla junto a un árbol: a la manera de entierro orgánico. El servicio lo ofrece el Panteón Metropolitano: 990 árboles a cuyos cimientos se depositan las cenizas de las personas. Puede ser en urnas o mezcladas con la tierra.

Jardines de Esperanza en cambio ofrece convertir las cenizas -el 40%- en una necroescultura (busto) que se puede quedar en el lugar o llevar a casa.

Todo como parte de las opciones que las empresas dedicadas a atender las necesidades generadas con la muerte, ofrecen como alternativas.

Los particulares cementerios de la periferia

La relación de los vivos con los habitantes del cementerio municipal de Pascuales, uno de los barrios lejanos del centro de la ciudad, tiene ciertas particularidades. Las lápidas son vistosas y coloridas, semejante a avisos publicitarios. Se colocan fotos de los fallecidos con imágenes de santos. Si el fallecido fue hincha del Barcelona o el Emelec, van los mensajes de rigor: ¡Barcelonista hasta la muerte! ¡Emelecista hasta en el más allá! En el cementerio Ángel María Canals, administrado por el Municipio, el panorama también evidencia algunas particularidades. Por estar ubicado en un sector muy diverso étnicamente -el Suburbio Oeste, Isla Trinitaria- las personas que son sepultadas ahí son afroecuatorianos, indígenas, montuvios... Algunos de estos conservan sus tradiciones. Si el muerto cumple años, llegan con tortas y música. La comunidad afro, acompaña al cortejo fúnebre con música y bailes.