A merced de la corrupcion y la descomposicion politica
El segundo y letal ataque a la Contraloría General del Estado (CGE) es la crónica de una muerte anunciada, pues tras el primer fallido ataque, nadie, ni el contralor subrogante, hicieron nada por exigir el reforzamiento de las seguridades del edificio y sus instalaciones. Parece que les interesaba la desaparición, aunque sea temporal, del más importante órgano de control del Estado. Es grave que no exista ente ni instancia superior que investigue la naturaleza y proyección del ataque; la Fiscalía investigará a los detenidos sobre la naturaleza criminal del hecho, pero se debe determinar responsabilidades por omisión, de los llamados a salvaguardar la integridad del ente de control, siendo imprescindible la creación de una comisión de la verdad que pida cuentas a los que se cruzaron de brazos ante la amenaza letal. La Contraloría está fuera de operación y su recuperación será larga y lenta; en tanto, estamos a merced de la corrupción, que se tornará más agresiva y prepotente, y exigirá dialogar con acusadores y denunciantes para silenciar sus verdades. La corrupción ya es parte del paisaje; estamos en la más escalofriante y tenebrosa etapa de nuestra historia política, al borde de la anarquía y descomposición. La indolencia de quienes permitieron el ataque a la CGE es símbolo de la descomposición moral, consecuencia de la impunidad sistemática y estructural de la institucionalidad de Montecristi. La corrupción no es invencible, aparenta serlo por audacia y prepotencia de políticos venales.
Mauro Terán Cevallos