Malditos eufemismos

En el Ecuador, aquel eufemismo del “baño de verdad” ha resultado ser un baño con lodo, donde nada es claro, todo se pierde en el tiempo, y la tan cacareada democracia pasa a ser un remedo, donde el mayor de los bocones, esos que lo ofrecen todo gratis pero nada dan porque todo se lo roban, son los más recalcitrantes agitadores; esos que se autodenominan progresistas pero tienen maestrías en pauperizar a sus pueblos a punta de gobiernos fascistas de izquierda, donde so pretexto de la resistencia, creen tener licencia para robar, ultrajar; donde sus “socios naturales” son las narcomafias, los grandes inversionistas en campañas electorales o intentonas de golpes de Estado. Esos con el dinero suficiente para pagar a los denominados CDR, verdaderas bandas de delincuentes asalariados, grupos paramilitares especialistas en guerrilla urbana, parapetados en el supuesto derecho a la resistencia, y ayudados por los comités de derechos humanos, verdaderos alcahuetes con sus oficinas llenas de izquierdistas “progresistas” que defienden a los grupos delincuenciales, terroristas, guerrilleros, violadores, en desmedro de la sociedad agredida.

Malditos eufemismos, llamar “líderes patriotas” a los golpistas; hablar de represión a la acción legítima de las Fuerzas Armadas y Policía en repeler la delincuencia, total, esa es la razón de su existencia.

Sentarse a dialogar con quienes convocaron a la protesta e incentivaron el intento de golpe de Estado no solo que es injustificable, es desconocer, expresamente, el orden constituido. Al golpista, al igual que al vándalo, se lo captura, juzga y condena; caso contrario, el día de mañana cualquier mañanero que es pillado robando un electrodoméstico de un almacén o productos de farmacias o supermercados, bien podría decir que está practicando la resistencia ante la falta de trabajo.

Ya es hora de tomar el toro por los cuernos, apretarse los pantalones y polleras, según el caso, y hacer respetar la ley en defensa de la ciudadanía, y no manipularla en defensa de los pillos, manejándose temerosamente a punta de los malditos eufemismos.