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Un madre y sus dos hijos son hallados muertos en su casa

Nora Angamarca, de 23 años, y sus dos hijos, de 4 y 6 años, fueron encontrados muertos, con signos de violencia, en un departamento que alquilaban en Uyumbicho, una parroquia del cantón Mejía, en la provincia de Pichincha.

La casa está ubicada en la calle Sincholagua cerca del parque central, y sus cuerpos fueron hallados por María Angamarca, madre y abuela de las víctimas.

Nora laboraba en una fábrica procesadora de comida rápida, ubicada cerca de la zona y, como todos los días, su madre llegó ayer a las 05:15 a la casa para cuidar a sus nietos, mientras ella iba a la empresa.

Al entrar al inmueble, del que tenía llaves, encontró a sus seres queridos tendidos en el piso. Sus gritos de auxilio despertaron a sus vecinos, que respondieron al llamado, pero no pudieron hacer nada porque los tres estaban muertos.

La noticia del hecho de sangre atrajo a los vecinos, que se arremolinaron en la intersección de las calles Sincholagua e Isidro Ayora.

La trabajadora social de la compañía donde Nora laboraba, que prefirió el anonimato, dijo que se enteró de la noticia por una llamada telefónica y que sabía que la mujer había pedido permiso para poder bautizar a sus hijos.

Nora estaba separada del padre de sus hijos y vivía sola con ellos. Según los testigos, entre ellos Édison Pachacama, los niños y su madre estaban boca abajo, junto a la cama, y tenían sangre en sus manos.

Además, contaron que vieron a un hombre, vestido con camiseta blanca y pantaloneta verde, que fue retenido por los agentes policiales.

Margarita Pereira, comandante de policía de la subzona Mejía-Rumiñahui, dijo que el sujeto fue detenido para las investigaciones; sin embargo, no afirmó el parentesco que tendría el sospechoso con las víctimas.

La oficial explicó que en los tres había huellas violentas: Angamarca tenía cortes de arma cortopunzante y los niños tenían golpes provocados con un objeto contundente, aunque no se señaló las áreas afectadas.

La gente observaba detrás del cerco policial la manera en que María era consolada por sus familiares, mientras esperaban que los cadáveres fueran retirados.

La señora no dejaba de llorar, solo pudo tranquilizarse al beber un vaso con agua, pero su desesperación se reavivó cuando los cuerpos fueron embarcados en el carro de Medicina Legal, a las 11:23. MAG