La literatura en tiempos de Twitter
La reconocida autora mexicana Margo Glantz habló sobre redes sociales, feminismo y escritura durante su visita a la urbe.
“Los chicos buenos y malos: el eterno maniqueísmo”. “¿Qué pasa con América Latina? Un proceso programado de destrucción”. “La Fénix de México era y es Sor Juana Inés de la Cruz. Esperemos que a pesar de la fridomania no sea Frida”.
A diario, la ensayista, catedrática y escritora Margo Glantz se cuestiona su entorno en su cuenta de Twitter. Noticias, opiniones, debates: todo tiene cabida en el ‘timeline’ de esta mujer de 89 años, que cuando conoció la red social, se sintió ampliamente identificada.
“Soy muy tuitera”, reconoció durante su visita hace pocas semanas al Puerto Principal, dentro del marco de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil. “Como mi escritura es fragmentaria, me pareció muy interesante el formato, sobre todo cuando solo se podía usar 140 caracteres”, subrayó.
Entre las características de esta red que le han parecido dignas de análisis está la “literalidad impresionante” con que los comentarios son interpretados por los usuarios, y cómo esta puede servir de “termómetro” para la afectación ciudadana a los hechos que ocurren a nivel local e internacional. “Estamos en un mundo en que se ha abolido el humor. La gente lee todo literal y ha perdido la distancia irónica”.
Con estos temas en mente nació ‘Y por mirarlo todo nada veía’, su obra más reciente.
Al igual que sus piezas previas, y fiel a su estilo, este libro se basa en lo fragmentario. No termina de ser ni ensayo ni ficción, pero teje un mosaico de emociones, datos, reflexiones e imágenes, a veces cómicas, a veces trágicas, que surgen desde lo digital.
“Una parte importante de ese libro son las redes sociales. Me planteaba mucho qué significaban en nuestro tiempo. Leía todos los días los tuits que iban apareciendo, historias muy significativas y otras muy banales y me preguntaba ¿cómo interpretamos esa información? Tienes noticias terribles, como lo que sucede en el mundo con el narcotráfico o la migración junto a notas sobre actrices o la operación de la esposa de Regan, pero tienen la misma dimensión, porque no hay una jerarquización. Las jerarquías se han abolido. El libro, además, es una especie de autobiografía literaria y eso lo hace muy importante”, explicó.
La obra toma su nombre de una cita de Sor Juana Inés de la Cruz, escritora en la que Glantz ha dedicado años de investigación. “En mi carrera de docente me encontré con figuras femeninas muy importantes de la historia de la literatura mexicana, pero Sor Juana fue una de las grandes figuras del siglo de oro”, reflexionó.
Entre risas comentó que su profundo interés por los escritos de la religiosa la ha convertido en “la gigoló de Sor Juana”, puesto que hoy por hoy “hace dinero por hablar de ella”. Pero más allá del interés académico, la vida de la religiosa también le atrajo por el planteamiento que esta hacía de lo femenino.
“La única posibilidad que tuvieron por mucho tiempo las mujeres para tener notoriedad y pasar a la historia, era someterse a martirios para ascender a beatas o santas (...) Era lugar común en esa época describir a la mujer como un ser deleznable, de corto entendimiento. Y sin embargo, las religiosas eran contadoras, escribanas y cronistas”, señaló.
Resaltó el renovado interés de las autoras jóvenes en Sor Juana y en el replanteamiento del feminismo.