Letras del papa a los ninos

¿Mi mamá tiene ahora alas? ¿Cómo caminó Jesús sobre el agua? Los niños no hacen preguntas fáciles. El papa Francisco lo sabe, pues ha tenido que responder a las cartas de 30 pequeños de entre seis y trece años de todo el mundo.

Las interrogantes surgen ingenuas y espontáneas, pero algunas podrían alcanzar el calificativo de teológicas. “¿Es difícil tu profesión?, ¿Le caías bien a la gente?, ¿Qué querías ser cuando tenías mi edad?, ¿Mi abuelo que no es católico irá al cielo cuando se muera?”, y otras preguntas similares responde en “Querido papa Francisco”, a la venta el 7 de marzo en España y también en Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay.

La editorial española Mensajero, de la compañía de Jesús, adelantó ayer algunos detalles de la próxima publicación del que sería el segundo libro escrito de este estilo.

Las respuestas papales, acompañadas de los dibujos realizados por los pequeños, muestran a un Jorge Bergoglio inédito que confiesa cómo le encantaba bailar el tango o conmovido cuando reconoce que si pudiera obrar un milagro curaría a todos los niños enfermos.

“Querido papa Francisco: Querría saber más sobre Jesús. ¿Cómo ha caminado sobre el agua?”, pregunta Natasha, de 8 años, desde Kenia, y a quien el papa responde bromeando que “no voló, ni hizo volteretas nadando. Caminó como caminas tú (...) Jesús es Dios y él puede hacer de todo”.

El papa también responde a Luca (Australia, 7 años) que le pregunta sobre si su madre fallecida es ahora un ángel con alas. “No le han crecido las alas. Es como la conociste, y ella te mira y sonríe y cada vez que te ve está contenta”, responde.

Francisco se confiesa ante las preguntas sin vergüenza de los pequeños cuando explica que no ha logrado aún entender porqué “sufren los niños” y que si pudiera hacer un milagro “curaría a todos”.

Los niños interrogan al papa sobre algunas realidades dolorosas que les rodean, como Michael, de Nigeria, que pregunta cómo acabar con las guerras. “Yo no puedo resolver los conflictos del mundo, pero tú y yo podemos probar a hacer de esta tierra un mundo mejor. Hay que convencer a todos que el modo mejor para ganar una guerra es no hacerla. No es fácil. Lo sé. Pero lo intento. Inténtalo tú también”, señala.

Pero en el libro aparece también el papa más humano, el que cuenta que le encanta el fútbol pero que no juega bien, y cómo le gusta ver los partidos porque el juego en equipo es un ejemplo sobre cómo “tendría que ser la Iglesia”.

O el Francisco que cuenta a una niña albanesa, Prajla, de 6 años, que le encantaba bailar el tango, porque “bailar es expresar la alegría”, y recomienda bailar a los niños para que no sean “demasiado serios” cuando sean mayores. O la historia de por qué cuando era pequeño quería ser carnicero: “Iba con mi abuela al mercado y había un carnicero que era muy simpático conmigo. Era grande y gordo y tenía un delantal largo con un bolsillo grande delante. Cuando mi abuela pagaba, él metía las manos en el bolsillo grande. Estaba lleno de dinero y daba el cambio a la abuela. Yo pensaba que era un hombre muy rico”, revela.

Alguna de las preguntas son sagaces, como la que pide que responda “cuál ha sido su decisión más difícil desde que es papa”. Él admite que son muchas pero que sobre todo la más difícil ha sido la de “quitar a alguien de un puesto de responsabilidad o de confianza o apartarle de un camino que estaba realizando porque le consideraba no apto”.

Entre las 30 cartas, escritas en 14 idiomas y desde 26 países distintos, están la de niños procedentes de República Dominicana, Perú y Nicaragua.

El director de la revista Civilta Católica, el jesuita Antonio Spadaro, fue el promotor de la idea y quien se acercó a la residencia del papa para leerle las 30 cartas elegidas de los cientos que llegaron y recoger las contestaciones. Y tras responder a todas, cuenta el sacerdote jesuita, “Francisco, pensativo, añadió: ‘Es maravilloso responder a las preguntas de estos niños, pero debería haberlos tenido conmigo aquí ¡a todos ellos!’”.