Legislatura
Ante un proceso electoral que arranca en enero del 2017, resulta en extremo importante analizar y comentar sobre ciertas particularidades del mismo, que no dejan de ser preocupantes.
Observamos que se han inscritos cientos de candidatos principales y suplentes para optar a escaños en la Asamblea Nacional y constituir un equipo de legisladores cuyos deberes y responsabilidades son en extremo importantes.
Da la impresión de que algunos de los candidatos aspirantes a la Legislatura ignoran cuál es el papel que les tocará desempeñar en el ámbito legislativo, que etimológicamente significa ir a legislar y, complementariamente, a fiscalizar a los funcionarios públicos, sea rutinariamente o ante la existencia de incorrecciones cometidas por ellos en el ejercicio de sus actividades.
El análisis de los candidatos tiene un toque folclórico, ya que se han inscrito personas que desempeñan diversos quehaceres y que tienen una capacidad y formación policromática, en muchos casos, divorciada totalmente de sus futuras obligaciones.
Si bien toda persona puede tener sus aspiraciones, resulta procedente que cada una de ellas se haga un examen de conciencia, para poder reconocer si se encuentra con la aptitud para desempeñar tales obligaciones, que implican una responsabilidad de gran envergadura.
Será menester que de una u otra manera, en algún momento, se definan con austeridad y rigor las condiciones que debe reunir una persona que tiene aspiraciones parlamentarias, para no convertirse en un ser ridículo, que lo único que sabe es asentir con la cabeza, levantar la mano o teclear un sí en su “laptop”.
Para salir del marasmo político y de la minusvalencia legislativa, se deberá, a la brevedad posible, establecer leyes que señalen con claridad dichos requisitos, es decir, que deberán ser cuando menos egresados universitarios, licenciados y de preferencia abogados o doctores en leyes, para que el fruto de su trabajo redunde en beneficio del país, que requiere de un intenso fortalecimiento de su promoción y desarrollo. Esperamos ser escuchados por el bien del Ecuador.
Y sigo andando...
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