
Legado imperecedero
En Internet existe la web de J.J. con numerosos ítems y hasta con grabaciones de su música cebolla, porque hacía llorar a los borrachos de las cantinas cuando la escuchaban en las rockolas. El japonés Yosinori Yamamoto es el mayor coleccionista del mundo de las canciones de J.J. El Club de Fans de J.J. en la ciudad de Ponce (Puerto Rico) se realiza cada primer domingo de mayo de cada año un encuentro de fans para intercambiar discos y canciones, evento al que concurren coleccionistas de todo el mundo.
Al ser consultado un psiquiatra sobre la razón de la fama póstuma de J.J., respondió: Cantaba bonito, su voz era dulce y pegajosa, modulaba perfecto, tenía una gran simpatía personal y hasta era buen mozo y todo junto hizo de él un paradigma en su estilo. Aparte, murió justo a tiempo, cuando aún tenía fama pero empezaba a declinar, por eso el mito.
J.J. fue un caso raro de calidad artística y carisma puro, se hacía querer en todas partes, era repentista, expansivo, alegre, veneraba a su madre pero nunca se acordó de darle una casita y donde quiera que iba levantaba a las multitudes. Lamentablemente también fue machista, usaba a las mujeres y las abandonaba con hijos que reconocía para mantener su propia imagen de macho latinoamericano y como nunca estuvo psicológicamente preparado para el triunfo internacional, botó el dinero que ganaba fácil y quedó pobre y para colmos, por abusar de los cigarrillos y el trago se le fue tempranamente la voz. Su tumultuoso entierro sirvió para revelar características inigualables de esta rara mezcla de personalidad.
Dejó cinco mil canciones grabadas, compuso 45 melodías propias, numerosos hijos reconocidos y algunos más sin reconocer y se dice que cinco matrimonios. El 1 de octubre, fecha de su nacimiento, ha sido designado el Día del Pasillo Ecuatoriano y hasta figura como personaje en la bellísima novela de Jorge Velasco Mackenzie “El rincón de los justos” ambientada en el barrio de Matavivela, las calles Pío Montúfar y Machala, donde a través de ‘El Cuento de Erasmo’ que dice así, refiriéndose a J.J. // Fuiste el zambo infiel de codo alzado, el plato lleno para los muertos de hambre, los que a tu muerte te cafetearon largo, te dieron vueltas y vueltas en el Coliseo Cerrado donde te velaron, Como tú, que de oficio de albañil te volviste pasillero, primero cantando encima de los sacos de cemento, entre montones de arena y piedra fina, después tú eras la radio. Todo eso pasó cuando Armando Romero Rodas no tenía Radio Cristal, la del balcón del pueblo, ni había en el aire la hora tuya.. //.
Cuando se inició, simplemente era el negrito, luego las élites (social y literaria) lo veían como a un cholito que cantaba bonito para las domésticas, pero tras su fallecimiento se apropiaron del mito cuando antes lo habían despreciado y comenzaron a verlo como figura literaria o como símbolo alegórico de inspiración. Por eso se ha comenzado a hurgar en su vida y en su epopeya de mujeres, no con el afán morboso de desenterrar escándalos, sino más bien para comprenderlo como ser humano con virtudes y defectos, estos últimos provenientes de su escasa preparación para las cosas de la vida, pues siempre fue lo que se dice un muchacho de la calle que hizo lo que le dio la gana, sin refrenarse. En síntesis, J.J. fue grande por su genialidad, su arte inigualable y su carisma personal.
En 1981 Alfredo García presentó en el Festival Fílmico de Cartagena de ese año la película ‘Nuestro Juramento, Julio Jaramillo’ de 93 minutos de duración, versión libre sobre la vida del cantante. El 29 de febrero del 2008 se inauguró el Museo de la Música en Guayaquil que lleva su nombre, obra de la Municipalidad, del alcalde Jaime Nebot Saadi, que le ha proporcionado todo el apoyo necesario y de su directora Jenny Estrada Ruiz que está realizando una excelente labor, pues ha logrado ambientar varias secciones, obtener instrumentos, partituras y objetos relacionados con los músicos; y con su gran convocatoria lo ha sabido mantener vivo a través de múltiples presentaciones artísticas a todo nivel, desde lo clásico hasta lo popular, pasando por lo folk.
Una avenida que se extiende por veinte y siete cuadras en el Suburbio Oeste lleva su nombre, antes se denominaba Callejón Parra y en el Cementerio General se ha levantado un mausoleo con su busto en bronce.
En Esmeraldas N° 2630 y Gómez Rendón aún funciona en una edificación mixta de un piso el Rincón del Artista, fundado por Pedro Manuel Espinosa Martínez, cuya atención principiaba a las diez de la noche y finalizaba al amanecer, que registra una faceta de la vida de J.J. la del bohemio y vendía un trago preparado con aguardiente, cola y limón.
En el sector de la calle Lorenzo de Garaycoa entre Sucre y Colón continúa funcionando la ‘Lagartera’ donde se interpretan pasillos, boleros, etc. a todo precio.
Sus hijos (nietos, bisnietos) deben sentir el sano orgullo de saber que descienden de un muchacho que se hizo a sí mismo y ascendió en la carrera de la vida, desde la pobreza y la orfandad, hasta la cúspide de la fama internacional y todo ello por sus propios méritos y carisma.
Jamás fue un ser malvado, todo lo que hacía era producto de su inocencia de chico juguetón. Amó al amor, por eso no era fiel, pero ninguna de sus mujeres le guardó malos recuerdos. J.J. está considerado uno de los más ilustres ecuatorianos del siglo XX y el más grande cantante nacional de todos los tiempos.
Estas páginas mías han sido escritas en su honor, como un débil aunque fervoroso tributo a su memoria inmortal de cantante.
En Internet existe la web de J.J. con numerosos ítems y hasta con grabaciones de su música cebolla, porque hacía llorar a los borrachos de las cantinas cuando la escuchaban en las rockolas. El japonés Yosinori Yamamoto es el mayor coleccionista del mundo de las canciones de J.J. El Club de Fans de J.J. en la ciudad de Ponce (Puerto Rico) se realiza cada primer domingo de mayo de cada año un encuentro de fans para intercambiar discos y canciones, evento al que concurren coleccionistas de todo el mundo.