Jefe operativo de Antinarcóticos. Ha dedicado más de 20 años a la investigación policial.

“Vivimos en una alerta amarilla”

Una vida dedicada a luchar contra la droga.

¿Cómo calificaría el nivel de alerta por el microtráfico?

Podríamos decir que vivimos en una alerta amarilla. Sin embargo la Unidad Antinarcóticos ha establecido estrategias que han permitido disminuir de manera considerable la actividad delictiva.

¿Cómo funcionan las bandas?

Son pocas las estructuras identificadas con un líder y estructura grande. A esas atacamos mayormente. Pero estamos viendo otro fenómeno, que se consolida como un negocio familiar.

¿Es la nueva tendencia?

Son familias completas, en diversos sectores, que tratan de apoderarse del mercado.

¿Cuál genera este salto cualitativo criminal?

Lo último que mencioné.

¿En qué se sustenta?

Hemos hecho estudios antropológicos y sociológicos, que permiten establecer esta situación. En la mayoría de detenciones establecemos vínculos familiares. Y así identificamos este fenómeno.

¿Qué tanto ha permeado el microtráfico a la institución policial?

Es importante que todas las situaciones anómalas de cualquier institución salgan a la luz para que se transparenten. En la Policía ya no existe ese mal llamado espíritu de cuerpo. Estamos haciendo un llamado a nuestros policías y la sociedad para que los denuncie. Tenemos esa convicción, que la ciudadanía confíe en nosotros.

¿Justicia corresponde a la intensidad de la policía?

No es nuestra competencia. Pero deberían hacer un esfuerzo: la policía agota sus esfuerzos y no se ve reflejado en las estadísticas de sentencias. Sería que la autoridad judicial, así como lo hace la Policía, transparente y diga aquí hay tal o cual elemento que no ha actuado de acuerdo a la norma constitucional.