“El respeto al derecho ajeno...”

La vida, libertad, propiedad y la búsqueda de la felicidad, propios del ser humano, son derechos inalienables, imprescriptibles y negativos. Prohíben a todos: No Matar. No Agredir. No Robar. El adjetivo negativo no es peyorativo, nefasto ni pesimista.

Son derechos desde la concepción en el vientre materno. No son concesión ni dádiva del Estado, que está obligado a respetarlos. No son demandas sobre la producción ni energía de otro. No se exige favor especial, sino abstención de la coerción sobre “mis” ideas y “mis” acciones. Es derecho negativo.

El derecho positivo, que crea el legislador, debe ser lógico y coherente. No arbitrario ni fantasioso. Grupos políticos abusan y pervierten la ley para imponer totalitarismos.

Confundir derecho con deber es antijurídico e incongruente. El ser beneficiario de un derecho implica un deber, esto es, que debemos responder por nuestros actos. Cuidar, proteger y educar a nuestros hijos y ayudar a nuestros padres y abuelos. Es sentido de responsabilidad.

Solo al ser humano se le pueden atribuir derechos. Ni los animales ni la naturaleza tienen derechos, ni pueden ejercerlos u otorgárselos. Los humanos tenemos el derecho y el deber, la responsabilidad, la obligación de proteger y cuidar a la naturaleza y a los animales.

Los animales y la naturaleza carecen de raciocinio, voluntad y capacidad de comprensión. Los humanos no conocemos la forma de comunicarse de los animales, pero tienen sentimientos que son instintos y que deben ser respetados.

La justicia solo la entiende el humano racional. La justicia social imita, como una caricatura, a la justicia cristiana. Manipula la conducta humana e inventa acciones de amor.

La humildad, la caridad, el amor, la amistad, la gratitud, la generosidad y la solidaridad no se pueden imponer por parte del Estado. Están distantes del derecho, de la economía y de la política.

El Gobierno debe garantizar los derechos y la justicia. “El respeto al derecho ajeno es la paz”. (Benito Juárez, 1867).