“Todos buscan una voz de aliento”

“Todos buscan una voz de aliento”

Les decimos a los damnificados que además del alimento corporal, es necesario el alimento espiritual.Joe Obando, Pastor evangélico

Ayuda espiritual y psicológica. Eso también requieren los damnificados por el terremoto del sábado anterior, en Esmeraldas.

La primera la han encontrado en curas, monjas y pastores que adecuaron sus iglesias y templos como albergues. Antes de entregarles la comida, las hermanas Celia y Aura, ambas nicaragüenses, hacen orar a los refugiados de Chamanga, la comuna más afectada por el sismo.

“Recuerden que el terremoto no es un castigo de Dios, es la naturaleza que reclama que la estamos maltratando. Debemos cambiar esa forma de ser”, dice Celia, previo al rezo del padrenuestro y el avemaría.

En esa capilla no se da misa desde el domingo. El párroco viajó a Portoviejo para ayudar. El templo está convertido en una bodega para almacenar agua, víveres, cobijas y algunos colchones que fueron enviados desde la Arquidiócesis de Esmeraldas.

Son tres las hermanas Siervas del Divino Rostro que prestan su servicio en ese sector. Tres más llegaron desde Río Verde. Ellas reconocen que, a raíz del terremoto, las personas se han acercado más a la religión.

“Les hemos dicho que pueden ir a los albergues del MIES (...), pero ellos se sienten protegidos aquí, en su comunidad religiosa”, señaló Celia a EXPRESO.

Tras la réplica de ayer, de las 03:35, Virginia Cagua sacó su Biblia y empezó a leer salmos en el parque central de Chamanga, junto a la iglesia. “Las cosas que están pasando están escritas. Para Dios no hay misterios”, dijo.

A una cuadra del templo evangélico, ayer se escuchaba música de alabanza. En la puerta, el pastor Joe Obando daba las últimas instrucciones a sus predicadores que, con Biblia en mano, iban en la búsqueda de feligreses. Su iglesia se inauguró hace un mes y él está convencido de que su llegada fue providencial porque, tras el movimiento telúrico, ha podido dar consuelo a la gente.

“Había muchas personas que no creían en la palabra y ahora han vuelto a la casa del Señor. Mi mensaje es que nuestro Creador quiere paz para nosotros”, dijo.

Un buen número de religiosos en el sur de Esmeraldas son extranjeros. En la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, de Pueblo Nuevo, a cinco minutos de Muisne, se levantó un albergue ante la emergencia.

Eso no ha impedido al sacerdote indonesio Julio Anang Bhara celebrar, entre cobijas y colchones, al menos cuatro misas. Les damos, dijo, todo tipo de refugio, incluido el espiritual, y no solo a los católicos, también a los hermanos de otras creencias. “Todos buscan en nosotros una voz de aliento”, explicó.

¿Quién está a cargo de la salud mental? A Muisne y Chamanga empezaron a llegar los especialistas. El primer diagnóstico: los albergados presentan síntomas de estrés postraumático. Si eso no es tratado ahora, en dos meses se podrían presentar cuadros patológicos, explicó Stalin Vallejo, psicólogo clínico del Ministerio de Salud.

En Muisne, las terapias empezaron con un abrazo grupal entre los desplazados. “Llorar no está mal. Pero que eso se convierta en el día a día de las personas es lo que hay que evitar. Tampoco deben sentirse los ‘pobrecitos’. En eso estamos trabajando”, comentó a EXPRESO.