“Aspiro a que elijan un alcalde mejor que yo”

“Aspiro a que elijan un alcalde mejor que yo”

Este será un alcalde en movimiento. Jaime Nebot (Guayaquil, 1946) saldrá del despacho y firmará documentos mientras camina; se dará un baño de masas tras una inauguración, mientras cita con memoria de contador el número de obras, calles y servicios qu

Este será un alcalde en movimiento. Jaime Nebot (Guayaquil, 1946) saldrá del despacho y firmará documentos mientras camina; se dará un baño de masas tras una inauguración, mientras cita con memoria de contador el número de obras, calles y servicios que ha entregado; se obligará, a fuerza de habilidad, a decir solo lo justo para evitar la política nacional. Todo esto, mientras promete en entrevista con EXPRESO que está fuera del panorama electoral: ni hoy ni en 2017 ni en 2019.

No podemos sino empezar por hablar de Guayaquil...

Y terminar también.

¿Qué orgullo le deja la ciudad?

Representar a los guayaquileños por cuatro períodos. Esta ciudad dejó de ser parte del problema para ser parte de la solución. Guayaquil no hubiese avanzado si dependiese simplemente de su alcalde, sin la participación y defensa de su gente en las calles.

¿Y fuera de lo político?

Es mi ciudad. No solo porque nací en esta ciudad, porque aquí vivo y porque si Dios no dispone otra cosa aquí voy a morir. Sino porque creo en sus valores: la valentía, la franqueza, la solidaridad y la gratitud.

Las ciudades son proyectos en construcción. Para dar el siguiente paso, ¿de qué lastre debe despojarse Guayaquil?

Guayaquil no tiene que despojarse de lastres. Guayaquil tiene que seguir con terca fe su destino de libertad y progreso. Guayaquil se proyecta al Gran Guayaquil porque, respetando la competencia y jurisdicción de Durán, Samborondón y Daule, somos un Gran Guayaquil, separado por unos ríos.

Los ríos que separan en usted al alcalde del político nacional son mucho más sutiles...

Se está pasando a otro tema.

Y esa frontera nunca es más visible y sutil que el 25 de julio...

Ese es un discurso de orden. Siempre un discurso de rendición de cuentas y siempre orientador. Porque un gran alcalde no debe ser solo un gran constructor, sino un representante activo de lo que sus representados piensan y sienten.

¿Qué sienten este año los guayaquileños?

Orgullo. Satisfacción. Preocupación enorme de lo que está pasando en el país. Porque el que aquí se manejen las cosas de otra manera no nos aísla del país. Si el país no funciona bien, Guayaquil se afecta.

Lo que diga será, según las encuestas, creíble. ¿A qué atribuye 70 puntos de credibilidad?

Algo muy sencillo: no haber mentido nunca.

¿Si le creen tanto por qué se sigue especulando sobre el anuncio que pueda hacer mañana?

Porque es un deseo que tiene la gente. Déjeme decirle una cosa de política nacional: el país tiene crisis de sensatez, de austeridad, de confianza e inversión, de crédito, de crecimiento y muy penosamente de empleo. Pero en nosotros no habrá jamás crisis de esperanza, de empuje y de terca fe.

¿Hay crisis en la política?

Ya nos salimos de la política.

Aunque quiera hacerlo, no puede. Nebot entró a la política tardíamente, a los 37, después de ayudar a su amigo León Febres-Cordero (1931-2008) a llegar a la Presidencia. Dirá él que lo convencieron la noche antes de ser nombrado gobernador del Guayas, su primer cargo. Dirá que se rehusó. Dirá que lo asqueaba “y sigue asqueando” que muchos utilicen la política para el aprovechamiento y lo coyuntural. Dirá que León lo convenció con una frase: “Tienes la capacidad. Tienes mi apoyo. Tienes la oportunidad. ¿Y te vas a quedar criticando desde fuera?”. Nunca más volvió a salir.

¿Por qué rehúye tanto a la política nacional?

Yo hago la mejor de las políticas: el servicio y el resultado. Hace ya 16 años decidí entregar mi esfuerzo a los guayaquileños y además servir al país desde aquí.

¿Cómo se toma una decisión como esa, renunciar?

Es sencillo, los grandes renunciamientos no se predican, se practican. Soy un hombre de palabra, tomé esta decisión en el 2000. Nunca he alentado expectativas, nunca he dicho que lo voy a pensar, nunca he dicho que dependa de algo que no sea mi convencimiento de que estoy haciendo lo correcto.

¿A los políticos los afecta tanto una derrota electoral?

De todo se aprende en la vida. Las derrotas son buenas porque se aprende. A mí no me quita el sueño ganar o perder elecciones. Yo ya no estoy en el panorama electoral.

Pero sí en el escenario político. ¿Qué hará cuando lo deje?

Yo no me aburriré nunca en la vida porque parte de lo que me gusta es servir. Y para eso no necesito un cargo público.

¿No se jubilará en el 2019?

Si Dios me da salud, seguiré activo. Y como han quebrado al IESS, tendré que seguir trabajando. (ríe).

¿Le gusta su trabajo?

Todos los trabajos que he emprendido me han gustado. Ningún hombre hace bien lo que no le gusta.

Tiene que gustarle. Después de esta declaración se lanzará como un Justin Bieber con bigote y experiencia a la muchedumbre que lo aguarda para inaugurar una obra. Y le dirán: “Presidente, una foto”. Y él, visiblemente incómodo: “Alcalde, nada más”. El presidente es otro: Rafael Correa, desde el 15 de enero de 2007. A Nebot le tomó solo un año y 15 días desde entonces, convocar su primera marcha opositora y distanciarse para siempre del régimen. “Lo vi venir”, dirá ahora, camino a una cafetería. Pero en 2006 lo recibió en el Municipio para una foto y un intercambio público de halagos.

Se lo acusa, como a Correa, de no haber sido capaz de promover una sucesión natural...

La única sucesión natural que puedo promover es la de mis hijos. Los espacios en política no se heredan. Se ganan.

¿El Ecuador de Correa sigue siendo un centralismo?

Hemos avanzado mucho en el camino de la autonomía. Pero aún hay en ciertos enquistados en el poder central con este espíritu perverso. Y eso hay que combatirlo.

¿Cómo se gana esa guerra?

Desde la calle. Lo único que asegura la pureza de la intención de defensa es la calle.

La calle siempre tiene riesgo de ser mera exhibición. ¿Qué cambios logra usted cuando convoca a 200 o 300 mil?

¿Usted cree que la gente sale a la calle a verme a mí?

Dígalo usted...

La gente sale a la calle porque logra cambios. Y evita cambios negativos. Sin la calle nos hubieran destrozado.

¿Guayaquil solo se moviliza cuando los llama el alcalde?

Guayaquil se moviliza cuando cree que debe movilizarse.

Que coincidencialmente es cuando usted los llama...

A lo mejor es porque yo si sé cuándo Guayaquil quiere movilizarse. Y nunca lo movilizo en función mía. La gente no hace lo que yo digo; tal vez yo soy el que hace lo que dice la gente.

Ya en la cafetería, interrumpido por siete ocasiones en 10 minutos, optará por hablar con soltura. Nunca demasiado. Ni siquiera con la grabadora apagada porque en política “lo único que no se graba es lo que no se dice”. Pero se atreve, entre otros temas a defender la partidocracia, el antiguo sistema de control democrático repartido entre los siete partidos más votados. “Hoy, un solo partido es el dueño”.

¿Ese sistema que defiende no fue lo que llevó a Ecuador a optar por el modelo actual?

No. Los abusos llevaron a un remedio que fue peor que la enfermedad.

¿Usted fue parte de esa enfermedad?

No. Nunca lo he sido.

¿Cuando dicen ‘partidocracia’ no se siente aludido?

Yo también uso ese término.

¿Y a quién se refiere?

Mi partido (el PSC) también cometió errores.

¿Por eso creó uno nuevo?

No creé ninguno nuevo.

Madera de Guerrero, usted es el presidente...

Ese es el sentir de la gente, que de alguna manera le molestaba el concepto partidista. Lo cual es malo. Creo que el odio a los partidos ya pasó, pero la necesidad de los partidos no ha llegado. Toma su tiempo. En todo caso, yo nunca he creído o fui parte de eso. Por eso sobreviví.

¿Seguirá sobreviviendo ahora que puede reelegirse?

Ya le dije que no. Además yo no me reelegiría. Es el pueblo el que da la oportunidad.

¿Le va a dar la oportunidad?

No. Le voy a dar la oportunidad de crecer. Aspiro a que elijan un alcalde mejor que yo.

¿Podría estar ese “mejor alcalde” sentado a su lado ahora?

Podría estar. Depende de que quiera, tenga y se gane los votos. Y después de eso, de que responda. Porque yo seré el peor adversario de mis coidearios para defender lo que hemos construido.

A su izquierda, la vicealcaldesa Doménica Tabacchi, clavará la mirada en el dulce que degusta. Y sonreirá, casi imperceptiblemente.