Comunidad. Basem Mohamad, al frente, es el líder que oficia la duhr (oración del mediodía), en la mezquita local.

El islam gana adeptos

La comunidad musulmana local está conformada en un 70 % por ecuatorianos. Hace 13 años fue reconocida legalmente. Proyecta abrir una escuela de árabe.

En una de las casas del sector de General Gómez y la Séptima, en el suburbio oeste, los vecinos se acostumbraron hace más de 14 años a la particularidad de una de las familias del sector.

El jefe del hogar, Abdul Gómez Paz, suele colocarse su taqiyah (especie de gorro). Ella, Virginia Solórzano, es más estricta: no se presenta públicamente sin su pañolón (la jiyabs, según su traducción en árabe) ni sus largos atuendos en colores grises.

Abdul, un ecuatoriano a quien sus padres bautizaron bajo el catolicismo como José, es precisamente uno de los fundadores del centro islámico en Guayaquil que desde hace 22 años funciona en esta urbe.

Reconoce que el islamismo tuvo un crecimiento importante en la ciudad en la última década, algo que no deja de ser parte de un proceso que aún es muy lento.

La comunidad islámica local inauguró hace dos semanas en el sector de la ciudadela Kennedy Nueva su sede en un edificio de tres plantas. La primera que tuvieron funcionó en un pequeño departamento en el tercer piso de un edificio de las calles P. Ycaza y Rumichaca.

“Esta es nuestra tercera sede”, dice Juan Francisco Saud, presidente del Centro Islámico Guayaquil. “Actualmente tenemos una comunidad de cerca de 200 miembros. La mayoría, casi el 70 %, son ecuatorianos”.

Son pocos los miembros de ese primer grupo que inauguró de manera formal el movimiento de musulmanes en la ciudad que siguen vinculados a la agrupación. Abdul es uno de ellos. “Recuerdo que al inicio no pasábamos de 15. Las personas nos miraban raro cuando sabían que éramos musulmanes”.

La comunidad ha tenido que lidiar con algunos momentos de violencia críticos en el plano internacional en los últimos años por el tema del terrorismo religioso.

“Cuando me convertí al islam, ilustré a mis padres sobre esta religión y terminaron por entenderlo. En el medio hay mucha desinformación”, dice Carlos Muñoz, uno de los miembros locales.

Saud tampoco cree que el tema de la violencia esté vinculado de manera directa con el islamismo. Él asegura que es como si el papa se hubiese sentido obligado a salir a pedir perdón a nombre de todos los católicos del mundo porque un ciudadano cristiano provocó hace poco en Las Vegas (Estados Unidos) la muerte de cerca de 59 personas y dejó heridas a otras 527.

Saud tampoco acepta que esos eventos externos tengan que ver con el lento proceso de crecimiento del islamismo en Guayaquil. “Lejos de que la desinformación haya alejado a las personas, sucede todo lo contrario. Hemos aumentado en miembros, y la mayor parte es de mujeres ecuatorianas”.

Lo que falta es promoción. “Hacemos campañas, pero no como quisiéramos. Vamos a los colegios y a las universidades, donde damos charlas informativas. Este año visitamos tres centros superiores y ocho planteles secundarios”.

Acerca de si los ecuatorianos, nacidos bajo la flexibilidad del catolicismo occidental, se sujetan al rigor del tradicionalismo del islam, Saud reconoce que la gente local, de una u otra manera, toma conciencia de que esta vida es pasajera y si se quiere trabajar para la otra vida hay que tomar en serio el aspecto espiritual. “En el caso específico de los conversos, no se toman a juego la religión”.

Esto implica lo que Abdul y su esposa evidencian en su barrio suburbano. Desde vestir a la usanza musulmana, hasta cumplir sus cinco oraciones diarias inclinados con su frente hacia el este, la misma dirección en la que en algún lugar del planeta esta La Meca, la ciudad de Arabia Saudita hacia donde cerca de 1.200 millones de islámicos se postran.

Una nueva mezquita en la Kennedy

La nueva mezquita inaugurada hace dos semanas en la avenida Olimpo, en la ciudadela Kennedy Nueva, ocupa tres plantas. Tiene espacio para las oraciones de hombres y mujeres, cada quien por su lado como lo determina la ley islámica. En los próximos meses abrirá una escuela para la enseñanza del árabe. El edificio no es de propiedad de la comunidad musulmana, pero aspiran a adquirirlo. Eso está por verse, más cuando el financiamiento depende de las donaciones de los miembros locales.